domingo, 13 de diciembre de 2009

Conducta e inteligencia

Septiembre 18, 2008 at 8:16 pm (cerebro, ciencia, evolución, lenguaje, mente, psicologia, psiquiatría, sueños) (neurociencias)

La neurociencia es un conjunto inmenso de datos sin niguna teoria que los soporte

Francis Crick

El cerebro humano es como decia Mc Lean un cerebro trino, hay tres cerebros en uno, la parte mas antigua la compartimos con los reptiles, una capa media con los mamíferos, pero lo que nos hace esencialmente humanos es la corteza cerebral, una delgada capa de células distribuidas en paneles de seis pisos y del grosor de tres tarjetas de visita. Los mamíferos desde la rata al chimpancé poseen tambien corteza cerebral si bien su grosor no se acerca ni de lejos al nuestro siendo el delfín y los chimpancés los que más se aproximan a los rendimientos de nuestra corteza cerebral.

No sólo la corteza cerebral-sin embargo- es capaz de aprender cosas, pero existe una diferencia en cómo aprende la corteza y cómo aprende nuestro cerebro mas antiguo. Lo mejor es preguntarse qué es conocer, qué es saber algo. Si logramos comprender cómo sabemos y cómo aprendemos los humanos encontraremos alguna clave entre la manera en que saben-conocen nuestros cerebros más antiguos comparándolos con lo que hace ese cerebro más moderno representado por la corteza cerebral.

No cabe ninguna duda de que lo que nos hace inteligentes es la corteza cerebral y que las prestaciones de nuestra inteligencia vienen definidas por la estructura anatomo-fisiológica de esa corteza cerebral en seis capas. En este post expliqué precisamente como opera la corteza visual y las diferencias que existen entre ver y mirar. Sin embargo vale la pena repetir que la corteza cerebral no funciona aisladamente del resto del cerebro, nuestra inteligencia no es autónoma pues mantiene conexiones asociativas con todo el cerebro y además depende del medio, más abajo veremos cómo afecta el medio a la actividad cerebral.

Respirar, hacer el amor, comer, o andar en bicicleta son aprendizajes no inteligentes en donde la corteza cerebral interviene muy poco, pero conscientemente y voluntariamente podemos mantener la respiración, hacer el amor de una manera o de otra, comer o dejar de comer, andar o correr y hacer malabarismos con la bicicleta. Es decir, nuestra corteza cerebral puede hacerse cargo de determinados aprendizajes subcorticales y modificarlos hasta cierto punto: por ejemplo sólo podemos contener la respiración durante algún minuto más allá del cual la respiración exigirá seguir siendo automática.

Conducta e inteligencia son pues propiedades distintas de nuestro cerebro que se encuentran conectadas en paralelo. La conducta es el output, la salida de información del sistema, mientras que la inteligencia es la forma que damos a ese output en cierto modo, pero también podemos desconectarla de toda conducta de todo output como cuando dormimos o reflexionamos.

Es posible afirmar que la inteligencia hace estas tres operaciones con la conducta para hacerla inteligente:

Dar intencionalidad y sentido.
Ser informativa para otro.
Proporcionada y ajustada a la realidad (adaptada).
Lo que hacemos cuando dormimos y tambien cuando estamos sentados o meditando es desconectar nuestra inteligencia de nuestra conducta. En esos momentos hay entradas sensoriales (si estamos despiertos) o sólo actividad intrinseca del cerebro (si estamos dormidos) pero en cualquier caso, en las dos situaciones no hay conducta, es decir no hay output.

Lo interesante es preguntarse qué es lo que hace el cerebro cuando está en absoluto reposo, es decir cuando no estamos haciendo nada más que atender a nuestro propio pensamiento, sentados , acostados, relajados en un sillón. ¿A qué se dedica nuestro cerebro cuando no hace nada?

Si descontamos los periodos de sueño profundo en el que nuestro cerebro disminuye su actividad eléctrica a unos 3 Hz, el resto del tiempo aunque no hagamos nada nuestros cerebro (incluyendo en el sueño REM) se ocupa constantemente de predecir, de mapear la realidad externa o interna y lo hace además de una forma automática de la que pocas veces somos conscientes, se trata de una actividad de bajo nivel eléctrico o débil que rara vez atraviesa el umbral para hacerse percepción pero que barre constantemente la realidad interna y externa y además se trata de una actividad que se realiza con independencia de la entrada sensorial siempre y cuando nuestra atención no se vea atrapada por algo insólito o demasiado intenso.

¿Y ese barrido qué función tiene?, ¿para qué necesita nuestro cerebro permanecer constantemente en ese estado de alerta? ¿por qué no descansa nunca?

Suponga que está usted en posición de descanso, meditando, cómodamente sentado en una habitación conocida, a media luz y sosegado, ¿en qué se ocupa su cerebro en este caso? Su atención flotante ira dirigida seguramente a sus propios pensamientos, a las imágenes que cruzan el background de su mente, a juicios, recuerdos, ideas, fantasias sexuales quizá. No importa el qué, pero todos tenemos la experiencia de que mantener nuestra mente desocupada y “en blanco” es difícil. Y lo es porque la inteligencia se ocupa constantemente de predecir qué a suceder, qué va a verse, qué va a sentirse, qué podemos esperar a continuación. Desprenderse de esta minialerta constante es la pretensión de la meditación o de las técnicas relacionadas con ella pero en este post no voy a referirme a las técnicas de mindfulness de las que ya hablé en otro lugar sino que voy a centrarme en la oposición, en el antagonismo entre conducta e inteligencia.

Nuestro cerebro primitivo está muy familiarizado y especializado en generar conductas, podriamos afirmar que casi todo el conocimiento adquirido por nuestro cerebro más antiguo está dedicado a conocer o explorar el mundo a través de la conducta. Explorar, aparearse, perseguir, huir, temblar, sentir hambre o sed, saltar, rascarse, husmear, caerse, andar, seguir un rastro, lamer o morder son ejemplos de conductas tanto animales como humanas que proporcionan un conocimiento del mundo bien distinto al que procede de la inteligencia: hacer integrales, escribir blogs en internet, charlar, componer sinfonias, viajar a la luna, construir aviones, o divagar sobre problemas filosóficos proporcionan un conocimiento diferente al conocimiento inmediato de las conductas que he nombrado con anterioridad.

Lo realmente asombroso de los cerebros humanos es que tenemos a nuestra disposición dos paletas de colores, una la paleta de conductas atávicas y otra la paleta de la inteligencia que se funden en outputs que podriamos llamar conductas inteligentes, es decir que somos capaces de fundir conducta e inteligencia en un output intencional, en conductas con sentido que persiguen algun fin aún subjetivo y que además son comprendidas por nuestros interlocutores puesto que toda emoción evolucionó desde el movimiento y tiene un sentido de expresión: nació para ser comunicada a otro. Conducta es pues información que vertimos al medio ambiente.


Si somos capaces de fundir conducta e inteligencia es porque existe una conexión, un enlace entre nuestro cerebro reptiliano y nuestro cerebro inteligente, enlaces que no poseen el resto de los animales y que de alguna manera construyen puentes entre el cerebro profundo y el moderno. Conducta e inteligencia en los humanos están perfectamente acopladas.

Pero este acoplamiento es a su vez muy vulnerable a las averias. Nótese que sólo llevamos algunos millones de años con este casco protector que es la corteza cerebral, sus averias naturalmente proceden de un cableado defectuoso. Y estas averias se manifiestan a través de las enfermedades mentales y se traducen siempre por trastornos de la conducta, es decir por outputs observables.

Hablar de cableado es -sin embargo- una metáfora, los cerebros no tienen cables, sino conexiones entre neuronas a través de largos axones y de neurona a neurona. En realidad no existen cables pero si railes de glia que sirven de guia a la migración neuronal a través de mecanismo neurotróficos y neuroplásticos. Eso sucede entre las neuronas de la corteza cerebral y las estructuras más profundas como el tálamo por ejemplo. Nombro el tálamo por tratarse de una estación de paso donde se funden alli aferencias y eferencias de los distintos tipos de corteza, alli en ese estanque mágico se dan cita los axones procedentes de caminos bien distantes unos de otros, nombro el tálamo porque las vias cortico-talámicas tienen una importancia extraordinaria en eso que antes llamé el cableado.

Las neuronas se comunican entre si a través de sinapsis, pero lo importante es señalar que el aprendizaje es la consecuencia del disparo síncrono de varias neuronas a la vez: no existen pues cables sino neuronas que aprendieron a excitarse al mismo tiempo. A las neuronas les sucede como a usted o a mi, imagínese que quiere usted salir de juerga esta noche ¿Qué hará? ¿A quien llamará?, estoy seguro de que buscará a sus amigos juerguistas y se abstendrá de llamar a su jefe o a esos amigos pesados y aburridos que todos tenemos. A las neuronas les pasa igual: guardan recuerdos de cuando anduvieron de juerga y saben con quién pueden contar para eso. Tres neuronas que se exciten a la vez en un par de ocasiones saltarán al unísono la proxima vez que una de ellas se excite. Eso es el aprendizaje y eso es el recuerdo: una secuencia de neuronas que aprendieron a salir de juerga juntas, neuronas que forman pandilla por asi decir.

Ahora supongamos que esas neuronas pandilleras se especializaron en recordar algo, por ejemplo conocen el nombre de un cuchitril donde sirven copas hasta altas horas de la madrugada. Para haber aprendido esto es necesario que tengan esa experiencia almacenada, es decir ha de haber sucedido ya y otra cosa muy importante: para haber aprendido esto (o cualquier otra cosa) es necesario que estas neuronas hayan establecido entre sí conexiones, esta vez si que es oportuno hablar de cableado, pues solo las neuronas cercanas pueden comunicarse entre si directamente. El aprendizaje es pues un camino andado entre neurona y neurona, una especie de autopista que se construyó y que ahi sigue esperando tráfico, el desuso de esta autopista termina como terminan las carreteras que no se usan: son invadidas por la vegetación, hace falta pues cierto entrenamiento aunque determinadas conexiones entre neuronas (determinados aprendizajes o recuerdos) son muy dificiles de extinguir.

Una vez que ya sabemos cómo aprenden las neuronas y cómo se establecen conexiones entre ellas, estamos en condiciones de entender que el cerebro antiguo y el cerebro moderno (corteza) poseen esta estructura, este cableado necesario para que las aferencias que proceden de nuestro cerebro más antiguo descargen en la realidad pasando por el filtro de la inteligencia y que descargen una conducta inteligente es decir intencional y que informe a alguien de algo.

Ahora imaginemos que existe una averia en ese cableado y que esas carreteras están en obras, o han sido invadidas por la maleza o que han sido cortadas. ¿Qué sucederia?

Lo que sucedería es lo que conocemos con el nombre de desaferentización, es decir que determinadas conductas, sensaciones o experiencias mentales no podrían ser descargadas en la realidad, en el ahi afuera, no podrán transformarse en una conducta comprensible que informe de algo a alguién y que posea sentido e intención. Se tratará de una conducta bizarra, incomprensible, excesiva, impulsiva, en cualquier caso incongruente con el contexto y la realidad. O en una jerga ininteligible.

Eso es lo que les sucede por ejemplo a los esquizofrénicos, los enfermos donde parece que esa averia de carreteras cortadas está más establecida y demostrada. La esquizofrenia es una enfermedad del cableado que comunica el cerebro profundo con el cerebro inteligente y es reconocible precisamente porque la conducta observable de un esquizofrénico es tipica de una persona desaferentizada.

Esta desaferentización puede suceder por muchas razones genéticas y ambientales, la más conocida es la que sucede durante la vida intrauterina, ahi pueden suceder muchas averías pues el cerebro del feto es muy vulnerable a su medio y por ende susceptible de padecer infecciones, déficits alimentarios, accidentes obstétricos y traumatismos, enfermedades metabólicas de la madre y los conocidos accidentes del parto. Con todo el antecedente más frecuente en la esquizofrenia es la prematuridad.

Pero la desaferentización puede llegar a ser muy sutil y no siempre es producida por accidentes groseros. Los seres humanos continuamos siendo muy vulnerables hasta que nuestro cerebro se halla completamente “cableado” es decir hasta los 23 años, cualquier cosa que impida estos enlaces entre cerebros -entre conducta e inteligencia- se constituirá a lo largo de la vida del individuo en un hándicap se que se manifestará o no dependiendo de factores de estrés y de resistencia al mismo. Si da como resultado una enfermedad, un trastorno de la personalidad, un déficit cognitivo, o una simple molestia o incomodidad para resistir cierto tipo de estresores dependerá de las zonas que hayan quedado sin cablear, es decir desaferentizadas.

La forma más sutil de desaferentización es la forma social. Dado que nuestro cerebro se desarrolla en contacto con nuestro medio ambiente y sus conexiones y aprendizajes van a realizarse durante la niñez y la adolescencia cualquier factor que perturbe este cableado podrá tener influencia en la salud mental de los individuos en el largo plazo, es por eso que los investigadores han puesto siempre el énfasis en los traumatismos o experiencias precoces perturbadoras, alli donde el cerebro es más vulnerable a las circunstancias nocivas.

En su acepción más dura el término desaferentización social se refiere a la deprivación sensorial, algo que sucede en ciertas condiciones de enclaustramiento o de retirada del mundo por otro tipo de razones, se sabe que el ser humano abandonado o aislado de estimulos sociales muere o enferma rápidamente. Se sabe que la deprivación sensorial por sí misma es enloquecedora pero tambien se sabe lo contrario: que los psicóticos y algunos enfermos no psicoticos se aislan de su entorno porque no pueden tolerar la proximidad social o por otras razones, en cualquier caso este aislamiento lejos de ser protector les lleva a complicaciones sobreñadidas en su evolución.

Todo parece indicar que la realidad (el medio ambiente social) es protector para los seres humanos y tambien perturbador para algunos pacientes como los esquizofrénicos. Este dato por si solo parece señalar en la dirección de que la realidad modula la actividad intrínseca del cerebro. Este punto de vista -que sostienen hoy en dia, los más notables neurocientificos y psiquiatras del mundo- señala en la dirección de que nuestro cerebro abandonado a sus propios medios no seria capaz de sobrevivir sin caer en graves distorsiones de la realidad misma , se trata de una opinión revolucionaria porque hasta ahora pensábamos que el cerebro se adapta pasivamente a la realidad, lo que se sostiene hoy es algo nuevo: que la realidad o modula la actividad cerebral y la “obliga” a hacerse coherente con el medio.

Es algo que podemos observar en nuestros sueños: su absurdidad procede del hecho de que existe una desconexión total con el medio ambiente, es como si nos hubieramos vuelto locos, afortunadamente no podemos movernos durante el sueño y por tanto es dificil hacernos o hacer daño a otros. No es de extrañar que sueño y locura hayan sido con frecuencia comparados.



Es interesante decir ahora que soñar, pensar, meditar, fantasear o planear no son conductas sino inteligencia, en el caso de los sueños actividad intrínseca del cerebro, actividad subumbral que despiertos no podemos llegar a tener pues es la realidad quien mantiene ocupada nuestra conciencia y nuestro sistema de rastreo. Y también recordar que hablar y contar un sueño a alguien es conducta.

Lo que significa que la averia que existe en las enfermedades mentales no procede tanto de averias groseras del cerebro sino de cableados que debieron haberse realizado y que nunca llegaron a establecerse. Una curiosidad con respecto al “cableado” es que existen ventanas plásticas, es decir momentos u oportunidades durante las cuales determinados aprendizajes son muy fáciles pero que resultan muy dificiles cuando la ventana se ha cerrado. Significa que aquello que no aprendimos a hacer en el momento oportuno luego se comportará toda nuestra vida como un hueco, un agujero o un déficit.

Y voy a poner ahora un ejemplo muy sutil que se me ocurre de desaferentización social: imagínese usted que le pregunta a un adolescente ¿a qué se dedica tu padre? y te contesta que no lo sabe. Esta situación no es en absoluto infrecuente y puede suceder por un sin fín de razones desde el secreto hasta el nihilismo familiar. Pero la razón importa poco, lo que importa es el resultado: un adolescente que no sabe a qué se dedica su padre es un adolescente aislado que no ha sido capaz de establecer relaciones de complicidad con sus iguales que ya comienzan a compararse y a establecer alianzas en los primeros años de escolarización a partir de esta especie de filiación que supone la profesión del padre.

Desde luego existen muchas situaciones que tienen como consecuencia esta desaferentización o este aislamiento infanto-juvenil pero el concepto funamental que pretendo atrapar es que la desaferentización no es siempre de etiologia orgánica (virus, traumas o enfermedades) sino también de origen psicológico o social aunque al final todo se traduce en lo mismo: en una falta de carreteras y en dificultades para transitar desde la conducta hasta la realidad con paso y parada en la inteligencia.

Nota: la teoria de desaferentización social merece un post aparte, el autor de dicha teoria es Ralph E. Hoffman y el articulo donde esta teoria está explicada es:

“Hipótesis de la desaferentización social en la inducción de la esquizofrenia activa” publicado en Schizophrenia bulletin (edicion en español) Volumen 3, número 2. 2008.

Sin embargo la generalización de la idea de la desaferentización social a la patología psiquiátrica en general no se debe a este autor, se trata de una idea que sostengo yo personalmente.

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