miércoles, 18 de agosto de 2010

Decisiones cerebrales predecibles

Según unos investigadores del Instituto Max Planck y de otras instituciones alemanas se puede predecir que decisión va a tomar un individuo hasta siete segundos antes de que dicho individuo tome esa decisión conscientemente.


14 May 2008
NOTICIASLOCAS.COM



Entre las áreas punteras de la ciencia, es la Neurología moderna la que más afecta a nuestra percepción de la esencia de lo que es un ser humano. ¿Están preinstalados en nuestros cerebros la justicia u otros conceptos morales? ¿Qué parte de nosotros es racional y qué parte sentimental? ¿Somos maquinas deterministas sin libre albedrío? Poco a poco, y gracias a la moderna tecnología y al método científico, hemos empezado a resolver las incógnitas que han estado debatiendo los filósofos durante siglos.



El resultado que ahora nos ocupa es tan sorprendente, fascinante y extraordinario que es difícil resistirse a su difusión pese a haberse publicado hace ya unas pocas semanas.



En este estudio unos investigadores, dirigidos por John-Dylan Haynes, usaron un escáner cerebral y un sofisticado programa informático para saber qué pasa en el cerebro humano justo antes de que una decisión sea tomada conscientemente.



Muchos procesos de nuestro cerebro ocurren automáticamente para no sobrecargar la parte consciente con tareas rutinarias. Sin embargo, asumimos que cuando se tiene que decidir algo todo el proceso es realizado conscientemente. Este nuevo resultado cuestiona precisamente esta asunción. Parece ser que lo que realmente ocurre es que la decisión es desarrollada a lo largo de mucho tiempo y construida lentamente en el cerebro en una cascada de procesos cerebrales inconscientes que lideran la toma de decisiones hasta que se toma conscientemente la decisión final.



Los participantes en el estudio eran libres de elegir si querían apretar un botón situado a su derecha o un botón situado a su izquierda. Aunque eran libres de tomar esa decisión tenían que recordar en qué momento sintieron que habían decidido apretar uno de los dos botones. El objetivo del experimento era saber qué pasaba en el cerebro en el periodo de tiempo anterior al momento en el cual la persona sentía que había tomado una decisión en concreto.



Los investigadores encontraron que era posible predecir, a partir de la actividad cerebral, qué opción iban a elegir los participantes hasta siete segundos antes de que esa decisión fuera consciente en sus mentes.



Normalmente los científicos del campo estudian qué pasa cuando se toma una decisión pero no qué pasa segundos antes. El hecho de que las decisiones se puedan predecir con tanta anticipación es un resultado realmente asombroso.



Este resultado puede recordar a la película "Minority Report", pero en este caso no se trata sólo de saber las intenciones de un individuo que ha decidido ya cometer un crimen, sino predecir las intenciones de un individuo incluso cuando ni él mismo sabe qué decisión va a tomar.



La predicción de estas decisiones libres fue posible gracias a un sofisticado programa informático que puede ser entrenado para reconocer patrones típicos en la actividad cerebral (proporcionados por un sistema de resonancia magnética nuclear funcional) que precedan a elecciones entre dos opciones. La actividad de micropatrones en el córtex frontopolar fue predicha incluso antes de que los propios participantes supieran conscientemente qué opción iban a elegir.



De momento la resolución del sistema no permite ver la oscilación entre las diferentes alternativas que debe de darse en el cerebro. Para ello se necesitaría un escáner más potente, ya que la actividad de la región del cerebro en la que se procesa esto es difícil de visualizar debido a que tiene bastante ruido por razones biofísicas. Se sabe que, en teoría, se podría extraer más información de la actividad neuronal a una escala menor.



Una vez que la decisión consciente es tomada se ponen en acción otras regiones cerebrales, incluidas las motoras, y esto también se puede ver en el escáner (resultado estándar obtenido en muchos otros experimentos previos disponibles en la bibliografía científica). Digamos que los voluntarios no podían fingir estar tomando una decisión cuando ya la habían tomado y esperar a apretar el botón correspondiente.



Obviamente las predicciones no fueron perfectas, pero están por encima del 50% esperado de un resultado al azar. El estudio sugiere que la decisión es preparada inconscientemente de manera previa, pero que la decisión final puede ser todavía reversible.



Hace más de 20 años el científico norteamericano Benjamin Libet descubrió que una determina señal cerebral se daba una fracción de segundo antes de tomar una decisión consciente. Los experimentos de este investigador fueron controvertidos y dieron lugar a un fuerte debate. Muchos científicos argumentaban que si nuestras decisiones fueran preparadas inconscientemente en el cerebro, entonces nuestro sentimiento de "libre albedrío" sería una ilusión. Bajo esta perspectiva es el cerebro el que toma las decisiones y no la mente consciente de la persona. Los experimentos de Libet eran particularmente controvertidos porque encontraron un retraso entre la actividad cerebral y la decisión consciente.



En Filosofía se ha debatido mucho sobre si existe o no el libre albedrío. Según algunos seríamos poco más o menos que máquinas deterministas. Una especie de "máquinas" o "zombis". Según Haynes los seres humanos somos un 80% "zombis" y el 20% restante sería la punta del iceberg alcanzando nuestra parte consciente. La parte inconsciente, ese 80%, se encargaría de procesar en detalle las cosas para así no sobrecargar la parte consciente.



Según otros experimentos se puede ver que, en situaciones confusas, cuando tenemos que decidir entre ciertas opciones es mejor fiarse de la intuición o del "sexto sentido" que tomar una decisión racional. De nuevo sería la parte inconsciente del cerebro la que habría preprocesado un montón información para ayudar a la toma de decisiones. Luego ese sentimiento de intuición no sería arbitrario.



Por tanto, la mente consciente construiría las decisiones a partir de la información aportada por nuestra parte inconsciente que haría las veces de "secretaria", seleccionando y procesando previamente la información disponible.



En este caso se ha demostrado que la actividad cerebral puede predecir una decisión hasta 7 segundos antes de que la persona tome la decisión conscientemente. Sin embargo, no se descarta la existencia del libre albedrío. Las decisiones son preparadas inconscientemente mucho tiempo antes de lo que se había pensado, pero los investigadores no saben dónde o cómo se toma la decisión final. Según ellos se necesita investigar si una decisión inconsciente ya preparada por estas regiones cerebrales puede ser reversible. Las predicciones hechas hasta ahora lo son con un porcentaje de aciertos bajo y los investigadores implicados quieren averiguar en sus próximos estudios si se puede mejorar este margen. Si lo aumentaran mucho, hasta llegar al 100% de los casos, se podría descartar el libre albedrío en este tipo de toma de decisiones.



Pero apretar un botón u otro puede carecer de interés para el individuo estudiado, importándole más bien poco o nada la decisión tomada, por eso también quieren investigar cómo es la toma de decisiones cuando tienen un interés en el asunto, como por ejemplo qué auto comprar de entre los que ofrece el mercado.



¿Decidió usted leer este artículo hasta el final? Puede que sólo fuera su parte inconsciente la que le obligó.

martes, 17 de agosto de 2010

La amígdala sede de todas las emociones

Fuente: http://juanmago.com/2008/12/09/la-amigdala-sede-de-todas-las-emociones/

Joseph LeDoux, un neurocientífico del Center for Neural Science de la Universidad de Nueva York, fue el primero en descubrir el importante papel desempeñado por la amígdala en el cerebro emocional.
La investigación llevada a cabo por LeDoux explica la forma en que la amígdala asume el control cuando el cerebro pensante, el neocórtex, todavía no ha llegado a tomar ninguna decisión.
Los momentos más interesantes para comprender el poder de las emociones en nuestra vida mental son aquéllos en los que nos vemos inmersos en acciones pasionales de las que más tarde, una vez las aguas han vuelto a su cauce, nos arrepentimos. ¿Cómo podemos volvernos irracionales con tanta facilidad?
Una de las funciones de la amigdala consiste en escudriñar las percepciones en busca de alguna clase de amenaza. De este modo, la amigdala se convierte en un importante vigía de la vida mental, una especie de centinela psicológico que afronta toda situación, toda percepción, considerando una sola cuestión, la más primitiva de todas: “¿Es algo que odio?¿Que me puede herir?¿A lo que temo?”. En el caso de que la respuesta a estas preguntas sea positiva, la amigdala reaccionará al momento poniendo en funcionamiento todos sus recursos neurales y cablegrafiando un mensaje urgente a todas las regiones del cerebro.
En el caso de que, por ejemplo, suene la alarma de miedo, la amígdala envía mensajes urgentes a cada uno de los centros fundamentales del cerebro, disparando la secreción de las hormonas corporales que predisponen a la lucha o a la huida.
La investigación realizada por LeDoux constituye una aunténtica revolución en nuestra comprensión de la vida emocional que revela por vez primera la existencia de vías nerviosas para los sentimientos que eluden el neocórtex. Este circuito explicaría el gran poder de las emociones para desbordar a la razón porque los sentimientos que siguen este camino directo a la amígdala son los más intensos y primitivos.
Hasta hace poco, la visión convencional de la neurociencia ha sido que el ojo, el oído y otros órganos sensoriales transmiten señales al tálamo y, desde ahí, a las regiones del neocórtex encargadas de procesar las impresiones sensoriales y organizarlas tal y como las percibimos. En el neocórtex, las señales se interpretan para reconocer lo que es cada objeto y lo que significa su presencia. Desde el neocórtex -sostiene la vieja teoría- las señales se envían al sistema límbico y, desde ahí, las vías eferentes irradian las respuestas apropiadas al resto del cuerpo. Ésta es la forma en la que funciona la mayor parte del tiempo, pero LeDoux descubrió, junto a la larga vía neuronal que va al córtex, la existencia de una pequeña estructura neuronal que comunica directamente el tálamo con la amígdala. Esta vía secundaria y más corta -una especie de atajo- permite que la amígdala reciba algunas señales directamente de los sentidos y emita una respuesta antes de que sean registradas por el neocórtex.
Este descubrimiento ha dejado obsoleta la antigua noción de que la amígdala depende de las señales procedentes del neocórtex, es por ello que ésta puede llevarnos a actuar antes incluso de que el más lento -aunque más informado- neocórtex despliegue sus también  más refinados planes de acción.
Aunque los neurocientíficos hayan cartografiado detalladamente los circuitos neuronales del miedo, la verdad es que, en el estado actual, la investigación al respecto de cualquiera de las emociones está en sus inicios. (Téngase en cuenta que la obra de Goleman es de 1995). En cualquier caso, la especial prominencia del miedo -tal vez la emoción más sobresaliente para la evolución- lo convierte en un ejemplo idóneo para comprender la dinámica neural de la emoción. Obviamente, también es cierto que, en los tiempos modernos, el miedo generalizado se ha convertido en la ruina de la vida cotidiana, arrojándonos al nerviosismo, la angustia y una amplia variedad de preocupaciones o -en los casos patológicos- a los ataques de pánico, las fobias o los trastornos obsesivo-compulsivos.
Supongamos que una noche está leyendo tranquilamente un libro en su hogar cuando de repente oye un ruido en otra habitación.  El hipocampo -una región clave para el almacenaje de la memoria- compara rápidamente este “ruido” con otros sonidos similares que usted pueda haber escuchado, tratando de descubrir si se trata de un sonido familiar.
Si la conclusión es tranquilizadora (no es más que el ruido de la ventana movida por el viento), el estado de alerta general se paraliza. Si, por el contrario, la conclusión es dudosa, se pone en marcha otro bucle resonante entre las amígdalas, el hipocampo y los lóbulos prefrontales, elevando más la incertidumbre y fijando su atención para tratar de identificar la fuente del ruido. Finalmente, en el caso de que este análisis más preciso tampoco llegue a proporcionarle ninguna respuesta satisfactoria, entran en funcionamiento las amígdalas lanzando una señal de alarma que activa el hipocampo, el tallo cerebral y el sistema nervioso autónomo.
En estos momentos de miedo y ansiedad resulta evidente la extraordinaria arquitectura de las amígdalas como sistema central de alarma. Los diversos grupos de neuronas que componen las amígdalas están diseñados para liberar determinados neurotransmisores.
Cada una de las distintas partes de la amígdala recibe diferente tipo de información. A su núcleo lateral, por ejemplo, llegan proyecciones procedentes del tálamo y del córtex visual y auditivo. Los olores, por su parte, llegan, después de pasar por el bulbo olfativo, al área corticomedial de la amígdala, mientras que los sabores y los mensajes viscerales llegan a su región central. De este modo, la recepción de todo tipo de señales convierte a la amígdala en un centinela que escudriña continuamente toda la experiencia sensorial.
Las señales procedentes de la amígdala también se proyectan a diversas partes del cerebro. Por ejemplo, la rama procedente de las áreas central y medial se dirige a la región del hipotálamo encargada de segregar una substancia que activa la respuesta de urgencia corporal -la hormona corticotrópica (HTC)- que, a través de la liberación de otras hormonas, moviliza la reacción de lucha o huida. Por su parte, el área basal de la amígdala, envía ramificaciones al cuerpo estriado, que está relacionado con las regiones cerebrales encargadas del movimiento. Otras ramificaciones neuronales de la amígdala envían señales a través del núcleo central hasta la médula y, desde ella, al sistema nervioso autónomo, activando una amplia variedad de respuestas en el sistema cardiovascular, los músculos y los intestinos.
Otras ramificaciones procedentes del área basolateral de la amígdala, se dirigen al córtex cingulado y a otras fibras que regulan la musculatura esquelética. Son estas células, precisamente, las que hacen gruñir a un perro o arquean la espalda de un gato cuando estos animales se ven amenazados por la presencia de un intruso en su territorio. En los seres humanos, estos mismo circuitos son los encargados de tensar la musculatura de las cuerdas vocales responsables del tono de voz agudo propio de quien está muerto de miedo.
Hay otro camino que conduce desde la amígdala hasta el locus ceruleus -una estructura ubicada en el tallo encefálico- que, a su vez, manufactura noradrenalina (también llamda “norepinefrina”) y la dispersa por todo el cerebro. El efecto neto de la noradrenalina aumenta la reactividad global de las áreas cerebrales que la reciben, sensibilizando los circuitos sensoriales. La noradrenalina baña el córtex, el tallo encefálico y el mismo sistema límbico, poniendo al cerebro en estado de alerta. En tales condiciones, hasta el más común de los crujidos de la casa puede hacerle temblar de miedo. La mayor parte de estos cambios tienen lugar de modo inconsciente, de modo que uno todavía no sabe siquiera que experimenta miedo.
Mientras tanto, la amígdala -y el hipocampo ligado a ella- ordena a las células que envíen neurotransmisores clave, por ejemplo, para liberar dopamina que lleva a concentrar la atención sobre la fuente del miedo -el sonido extraño- y predispone a los músculos a reaccionar en consecuencia. Al mismo tiempo, la amígdala activa las áreas sensoriales de la visión asegurándose de que los ojos enfocan lo que es más importante para la urgencia presente.
Una vez que estas señales han sido enviadas, usted se halla atrapado por el miedo: se torna consciente de la tensión característica de su abdomen, su corazón acelerado, la tensión de los músculos que rodean su cuello y sus hombros o el temblor de sus extremidades, su cuerpo inmóvil, mientras aplica toda su atención a escuchar cualquier sonido nuevo y su mente se dispara al acecho de posibles peligros y formas de respuesta. Toda esta secuencia -desde la sorpresa a la incertidumbre, la aprensión y el miedo- puede desplegarse a lo largo de un proceso que dura aproximadamente un segundo.
FUENTE: INTELIGENCIA EMOCIOANL (Daniel Goleman)

jueves, 12 de agosto de 2010

Cada quien es lo que piensa

Escrito por Dr. Frank Clavijo · 2009-04-08
Cada persona es exactamente lo que piensa de si misma, siendo su personalidad la suma de todos sus pensamientos. Las acciones y comportamientos de las personas son el reflejo de su manera de pensar.  La manera como pensamos nos moldean a lo que somos. Si piensas que eres una persona como poco valor o una persona maravillosa, esa es tu realidad, y eso se va a reflejar en tus acciones.
Leyes de la naturaleza
La vida está gobernada por leyes de la naturaleza, y la ley de causa y efecto es tan absoluta e inevitable en el mundo de los pensamientos como lo es en el mundo material. Una persona con una estado de salud mental estable, con un autoestima alta u optimista, no es asunto de azar o de la suerte, sino el resultado natural de un constante esfuerzo por mantener pensamientos positivos y optimistas, es decir el resultado de una proceso largo y permanente en su  manera de pensar.

Destinados a producir
Nuestra manera de pensar se puede comparar a la de una un jardín de casa, es decir que puede ser cultivado o ser abandonado por su propio dueño. Cualquiera sea la decisión de su dueño, ese terreno esta destinado a producir. Si se decide no sembrar el jardín, entonces este quedará a la intemperie de las condiciones del clima, y no dejará de producir, pero crecerá y se reproducirá abundancia de mala hierba. Si tú decides cosecharlo y cuidarlo, vas a impedir que crezca la mala hierba, pues querrás ver y cultivar hermosas flores o rosas.
Así somos los seres humanos. Nosotros elegimos si cuidamos nuestra manera de pensar, limpiándola de pensamientos negativos y dañinos hasta lograr tener lo que deseamos, una manera de pensar positiva y optimista, y que ésta se refleje en nuestras acciones. Sólo si seguimos este simple proceso de la naturaleza, tarde o temprano descubriremos que cada uno es dueño, amo y guía de su manera de pensar y de sus nuestras acciones.
Nuestro comportamiento es un reflejo
Dentro de este proceso de la naturaleza, descubrimos también que nuestra manera de pensar es el como el “eco”, que te devuelve todo lo que piensas, o el efecto “bumerán” que siempre regresa al  mismo lugar. El pensamiento y el comportamiento son uno solo. Mientras que el comportamiento sólo se manifiesta y descubre a través de las acciones, este no es más que el simple reflejo de nuestro interior, es decir de nuestra manera de pensar.
Cada persona está donde está por la ley de su propia manera de pensar. Los pensamientos que ha construido y su manera de ser lo ha llevado allí, y en la ley de la vida no hay elemento de azar, sino el resultado de una ley natural que no puede fallar. Esto se aplica para aquellos que se sientes felices consigo mismo como para aquellos que se sienten insatisfechos consigo mismos.
Una persona puede sabotearse y abandonarse a si mismo si piensa que sus acciones son el reflejo de las condiciones externas, pero cuando se da cuenta de que tiene el inmenso poder de cambiar su manera de pensar, si así lo desea, se convertirá en el amo y señor de sus acciones.
Demostrado científicamente
   Está demostrado científicamente que la manera como pensamos afecta de manera significativa nuestra vida. Nuestra manera de pensar no sólo afecta nuestro estado emocional, sino también nuestro cuerpo en general, pues nuestros pensamientos se convierten en materia.
Recientemente apareció una nueva ciencia que se llama “psiconeuroinmunología” que ha demostrado la conexión entre nuestra manera de pensar y el cuerpo. Ha quedado comprobado que cada vez que pensamos producimos reacciones bioquímicas en el cerebro,  y a través de estos químicos en el cerebro, que se llaman neurotransmisores, se envían señales a todo el cuerpo; es decir, estos químicos son los mensajeros de nuestros pensamientos a todo el cuerpo. En otras palabras, nuestros pensamientos producen químicos en el cerebro que permitirán que nos sintamos exactamente como estamos pensando. Si usted se siente feliz, inspirado, o esta pensando positivamente, su cerebro elaborará químicos (dopamina) que harán que usted sienta placer, gozo y entusiasmo. Si usted se siente con coraje, odioso o infeliz, su cerebro elaborara químicos (neuropeptidos) que hará que usted se sienta enojado, insatisfecho, y pesimista. En otras palabras su cuerpo va a responder de la manera que piensas y sientes.
Como piensas es como eres
El cerebro y el cuerpo responde de acuerdo a las reacciones que se producen en nuestra manera de pensar, es decir nuestros pensamiento se convierten en químicos (materia) y éstas en emociones y nuestras emociones en nuestras acciones.
Si usted es una persona que se ha sentido insegura todo el tiempo, inconcientemente ha estado elaborando enormes cantidades de químicos (neurotransmisores) que le la han dado esa “inseguridad” por mucho tiempo, es decir su cuerpo se ha estado sintiendo exactamente como ha estado pensando, y ahora su cuerpo es el que reacciona y la hace sentir como piensa, y usted ha entrado en un ciclo de adicción consigo mismo. Si esta manera de pensar ha perdurado por muchos años, usted se ha convertido en una persona con una característica de personalidad insegura.
Se ha demostrado también que el cerebro de las personas (sin importar la edad), es flexible y modificable; es decir, se puede cambiar intencionalmente, si así la persona lo desea. Pero para eso se necesita remplazar una manera de pensar inferior por otra superior.  Si usted cree que no lo puede hacer por si mismo, busque ayuda.
Si tienes alguna pregunta o comentario puedes llamarme o escribirme: 720-839-7196

Lo que nos hace pensar


Lo que nos hace pensar
por Daniela Rodríguez
¿Lo que nos hace pensar son los mecanismos neuronales o son los paradigmas que la ciudad nos transfiere? Es decir el ser precedido por la palabra del otro. Este es el tema central del debate que mantienen Jean-Pierre Changeux y Paul Ricoeur, neurobiólogo uno y filósofo el otro en La naturaleza y la norma, libro que fue motivo de lectura en el módulo de investigación “Representar e intervenir: puntualizaciones sobre ciencias cognitivas” y una de las bibliografías consultada para este trabajo; en el cual voy a intentar plantear dos temas: por un lado, la polémica psicoanálisis versus neurociencias, porqué surge y si es posible llegar a un entendimiento y por el otro, ubicar en qué punto se encuentran las investigaciones de las neurociencias hoy y hasta donde llegan sus hipótesis a futuro.
I La polémica:
La polémica psicoanálisis / neurociencias, surge a partir de que los avances tecnológicos de la imaginería cerebral permitieron la observación del funcionamiento del mismo y con ello reconocer una distribución de las actividades el éctricas y químicas de territorios cerebrales, que varía de manera característica con los distintos estados emocionales del sujeto. Con lo cual se consideró posible interpretar los estados mentales de una persona y establecer un nexo entre lo psíquico vivido y lo fisiológico registrado.
No hay duda que los avances de la neurobiología son indiscutibles, y no habría polémica posible si neurociencias y psicoanálisis prosiguieran su camino, cada uno por su lado.
El debate aparece ante el intento de los neurocientíficos de sustituir la teoría freudiana por la neurobiología, no faltan quienes quieren asimilar las observaciones de Freud a los nuevos descubrimientos, Damasio por ejemplo, afirma que las principales ideas de Freud sobre la naturaleza del afecto, son consonantes con las perspectivas más avanzadas de la neurociencia contemporánea . Schore por su lado opina que el terreno común para la neurociencia y el psicoanálisis radica en un análisis detallado de las relaciones estructura-función del hemisferio derecho, donde se organizaría el sistema estructural que describe la teoría freudiana del afecto, asociado con el proceso primario inconsciente y regulado por el principio del placer.
O están aquellos que consideran que el psicoanálisis y la neurociencia pueden beneficiarse con una mutua aproximación, el primero aportaría la sofisticación en la comprensión y elaboración de constructos sobre los mecanismos de funcionamiento de la psique y la segunda un método de evaluación externo, científico, con el cual validar dichos constructos.
Por ejemplo, Jack Pankseep argumenta a favor de la conciliación en un nuevo campo que él denomina la “neurociencia afectiva”.
Apuntando a este modelo integrador de ambas disciplinas, se comienza a publicar la revista Neuro-Psychoanalysis cuyo objetivo, dice ser: “crear un diálogo abierto con la intención de reconciliar las perspectivas de la mente del psicoanálisis y la neurociencia…”
Pero se trata de un diálogo en dos voces contradictorias, como se lee claramente en el libro anteriormente citado, donde biólogo y filósofo intentan en vano, desarrollar un tercer discurso que unifique ambos lenguajes, que una lo descriptivo neuronal con lo percibido vivido.
Hay una diferencia de enfoques con respecto al fenómeno humano. Los discursos parten de dos perspectivas distintas, como insiste Ricoeur, irreductibles una a la otra y no derivables una de otra. En uno se habla de neuronas, de conexiones neuronales, en el otro de conocimiento, de actos o de estados caracterizados por intenciones, motivaciones y valores.
Uno a nivel ontológico y el otro semántico, sin poder extrapolar de lo semántico a lo ontológico. Por ejemplo lo mental implica lo corporal, pero en un sentido de la palabra cuerpo irreductible al cuerpo objeto tal como lo conoce la ciencia. El cuerpo como parte del mundo y el cuerpo desde donde se aprehende el mundo para orientarse en él, para vivir en él.
En las cuestiones del cerebro, se intenta combinar propiedades físicas con construcciones semánticas y así querer responder a la pregunta: ¿Cuál es la base anatómica y molecular del pensamiento?
 
II ¿En qué se encuentran las investigaciones de las neurociencias hoy y cuales son sus hipótesis a futuro?
Parten de los hechos de que en grandes lineamientos, anatómica y funcionalmente, el cerebro humano es muy semejante de un individuo al otro. Hay una envoltura genética que revelaría en cierto modo la naturaleza universal del cerebro humano. Con lo cual, cabe pensar que cuando se ha visto uno, se los ha visto a todos.
Las variaciones individuales, las entienden a partir del enorme número de combinaciones posibles entre los cientos de millones de neuronas conectadas entre sí para procesar información.
Su objetivo, es establecer una correspondencia pertinente entre la estructura neuronal y la función. Con la imaginería cerebral, se ha avanzado notablemente en el establecimiento de esa correspondencia.
Por ejemplo se ha demostrado que la corteza prefrontal, se encuentra directamente afectada a lo social. Conocido es el caso de Phineas Gage, muy bien descrito por Damasio, en el cual una lesión en el lóbulo frontal, lo transformó en un sujeto irreverente, que profería juramentos groseros y no manifestaba respeto por sus amigos.
Pero tales estudios, dan cuenta de alguna información cuando hay graves anomalías, pero no llevan a la comprensión de la función normal.
En realidad, no se han producido grandes avances en el establecimiento de las relaciones entre mente y cerebro.
Pero el objetivo de los biólogos, va mucho más allá, consideran que la marcha de la ciencia no tiene límites, no existe nada incognoscible, sino simplemente algo desconocido.
Changeux, un estudioso del cerebro humano, dice enfrentarse con el problema de cómo relacionar las moléculas con funciones como la percepción de lo bello o el poder creador científico. Moléculas específicas inducirían al enojo, al placer, al orgasmo o a la pena al actuar sobre determinadas regiones del cerebro. Habría una etiqueta química específica para cada tipo de comportamiento y sensación.
La ciencia procede mediante la elaboración de “modelos” y la construcción del “modelo neuronal” se encuentra mucho más avanzado que la verificación experimental. Se afirma programáticamente, que con la conectividad neuronal será posible algún día descubrir la localización de los comportamientos estructurados por el lenguaje, los símbolos y las normas.
Aspiran extender el campo de la competencia de las neurociencias hacia los aspectos creativos y éticos. La inspiración del poeta, así como la del científico o del filósofo debería buscarse en el funcionamiento cerebral. Sus hipótesis avanzan y apuntan a introducir lo normativo, buscar en el cerebro el origen de las normas morales.
La pregunta que se plantea la ciencia del cerebro hoy, es cómo puede un hombre neuronal, ser a la vez un sujeto moral.
Habría una herencia biológica de las normas morales y de fundamentos “naturales” de la ética, se heredaría la imputabilidad. Las memorias a largo plazo, las transmitirían de una generación a otra por mecanismos neurobiológicos, pero el cerebro a su vez, tendría la capacidad de innovación ética y de selección.
La ética concebida como una combinatoria de “módulos de pensamiento” que caracterizan un modo de funcionamiento cerebral.
El proyecto sería, el mejoramiento de la especie humana y ese esfuerzo dependería del cerebro, sin necesidad de recurrir a otra instancia
Se trataría de elaborar una ética natural y universal, en una palabra de que los hombres usen mejor su cerebro para vivir mejor.
Changeux, dice textualmente: “El conocimiento que estamos elaborando sobre el hombre y sobre su cerebro, debería permitirnos orientarnos mejor sobre lo que deseamos hacer del hombre, sobre el modelo que debemos tener en la cabeza de lo que debe ser el hombre en la sociedad y en el mundo venidero…”
Bien, volviendo a la pregunta inicial: Lo que nos hace pensar… vimos que es posible estudiar las localizaciones de la actividad normal del cerebro, sirviéndose de la química y la fisiología general del mismo. Las regiones de éste en las que tiene lugar en un momento dado, un elevado índice de actividad eléctrica, mostrarán un elevado índice de actividad molecular, creando cargas eléctricas diferentes dentro de las células nerviosas y entre ellas un mayor flujo sanguíneo. Estos puntos pueden ser detectados con cámaras electromagnéticas que crean imágenes del cerebro. Todo lo dicho, nos permite conocer qué regiones del cerebro se encienden cuando se realizan determinadas funciones mentales.
Pero, concretamente, esto nos explica algo sobre ¿porqué actuamos o pensamos así, aunque sepamos qué región del cerebro se activa? ¿Nos permite encontrar el sentido a nuestro sufrimiento o ese cierto sinsentido más profundo? No.
El cerebro no piensa, pero cuando se piensa, ocurre alguna cosa en él. El cerebro sería, como dice Ricoeur, el “sustrato” del pensamiento y el pensamiento, es la indicación de una estructura neuronal subyacente; pero el cerebro no “piensa” en el sentido de un pensamiento que se piensa.
Con lo “biológico”, los científicos designan una ciencia con límites abiertos, a tal punto que toda experiencia puede inscribirse en ese campo; pero como metaforiza Ricoeur, “…es sólo un nivel, la base de un edificio. Es necesario, dice, un subsuelo para poder construir encima, pero la comprensión del subsuelo, no da la comprensión del edificio.”

Bibliografía
Jean-Pierre Changeux / Paul Ricoeur, La naturaleza y la norma. Lo que nos hace pensar , Ed. FCE, México, 2001
Richard Lewontin, El sueño del genoma humano y otras ilusiones, Ed Paidos, España, 2001
Marcel Gauchet, El inconciente cerebral, Ed Nueva Visión, Argentina,1994
Antonio R. Damasio, El error de Descartes, La razón de las emociones, Ed.A.Bello, Chile, 1966

Así Piensa el Cerebro

fuente:  http://medicinacuantica.net/?p=1943


Foto: Emma Sheldrake
Empezamos todos a comprender la gran tarea en la que estamos metidos: ampliar nuestro umbral en la conciencia: iniciar el rescate de la parte escondida del iceberg que recoge el 90% de todo lo que el cerebro procesa pero que al mismo tiempo ignora de forma consciente. Con esto en mente es importante mirar mucho más de cerca como funciona el cerebro. Recogemos un extracto del libro de Eduard Punset, “Por qué somos como somos” donde aborda la cuestión sobre la toma de decisiones que realiza el cerebro.
“El cerebro humano, la máquina que controla en último extremo la vida, es constante objeto de atención, estudio y experimentación por parte de las inteligencias más agudas de nuestro tiempo. De él, de esa máquina asombrosa, dependen cuestiones tan aparentemente distantes entre sí como la digestión de alimentos que comemos o nuestra libertad de elección. ¿Cómo toma el cerebro decisiones que nos permitan sobrevivir?
¿CÓMO DECIDO?
¿En qué medida tomamos decisiones racionales y en qué medida tomamos decisiones absolutamente programadas por nuestro inconsciente? Esta es una de las grandes preguntas. La respuesta de los especialistas es que, en cualquier caso, el subconsciente, las emociones, están siempre presentes al comienzo de un provecto, en su transcurso y en su conclusión.
En esta apasionante búsqueda de respuestas nos acompaña el gran neurólogo mexicano Ranulfo Romo. Este cirujano y doctor en Ciencias por la Universidad de París es un investigador de frontera, y sus trabajos en neurociencia en la Universidad Nacional Autónoma de México forman parte de los Proyectos del Milenio que son financiados por el Banco Mundial, la Fundación Howard Hughes y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología mexicano.
En contra de lo que pensábamos hace relativamente pocos años, ahora sabemos que el cerebro consume cantidades ingentes de energía, concretamente, alrededor del 20 por ciento de la energía disponible en nuestro cuerpo. Y este gasto no lo producen las funciones de Y este gasto no lo producen las funciones de reconocimiento del entorno o las funciones físicas, sino aquellas con las que el cerebro recaba datos de la memoria y en virtud de las cuales realiza predicciones, deducciones, avances de futuro. Es decir, que lo que gasta energía del cerebro es el pensamiento, la toma de decisiones.
En 1981 en Friburgo (Suiza), Romo realizó una investigación con un colega alemán, Wolfram Schultz, con la que pretendían dar respuesta a la pregunta: ¿qué es lo que determina las acciones voluntarias? Por ejemplo: estamos sentados en una silla, decidirnos levantarnos y acercarnos a un amigo para preguntarle algo: ¿cómo tiene lugar esa decisión en el cerebro?, ¿en qué momento se es consciente del deseo de acudir a hablar con el amigo y, en qué momento el cerebro utiliza esto para mover todo el cuerpo y desplazarlo? «Lo que descubrimos», afirma Romo, «fue que todo acto motor voluntario es inicialmente involuntario. O, dicho de otra manera, que todo acto consciente es inconscientemente elaborado por nuestro cerebro».
Este —en apariencia— contrasentido hace evidente algo en lo que no habíamos pensado: que nuestro cerebro está continuamente procesando información por debajo de nuestro nivel de conciencia. Es más, dice Romo, «si fuéramos conscientes de todo lo que nuestro cerebro procesa continuamente, viviríamos en el caos».

¿ME CASO O NO ME CASO?
En todo ese incesante tráfico de señales inconscientes que compiten entre sí, sólo aquella cuestión que se vuelve muy relevante traspasa el umbral y consigue que la conciencia le preste atención. «En ese momento», explica Romo, «el cerebro loma una decisión: la deja pasar, la expresa o la cancela». Esto se relaciona a niveles muy profundos con nuestra educación, con nuestro adiestramiento, pues «éste interviene para vetar todos los actos conscientes que podrían tener consecuencias peligrosas en nuestras acciones diarias».
Tomar una decisión, llevar a cabo un proyecto requiere unos cálculos. El cerebro es una computadora eficiente que en su continua tarea de toma de decisiones no olvida del ahorro energético. Ahorrar energía mediante el establecimiento de objetivos, la restricción de comunicaciones y la creación de modelos no son propiedades optimizadas en nuestros ordenadores personales, pero sí, curiosamente, en nuestro cerebro. Sorprendente, ¿no?
¿Qué importancia tiene el inconsciente en nuestras decisiones supuestamente conscientes? Siempre me ha intrigado una paradoja evidente: cuando observamos nuestra conducta o la de otra persona podemos comprobar que los llamados procesos automatizados en el inconsciente son perfectos: respira, duerme, digiere a la perfección, pero cuando toma una decisión supuestamente consciente… a menudo se equivoca. Por ejemplo: ¿me caso o no me caso?, ¿estudio Medicina o Historia del arte? ¡Nos equivocamos, al menos, en el 50 por ciento de los casos! Según el profesor Romo, «sabemos que, afortunadamente, tenemos circuitos cerebrales que están operando para mantener nuestro corazón, nuestro aparato respiratorio y nuestro aparato digestivo funcionando apropiadamente según las necesidades de cada uno, pero nuestra conciencia no presta atención a esto porque sería una locura que nuestro cerebro tuviera que estar pensando en dónde tenemos colocada la rodilla, dónde tenemos el pie o si el zapato nos queda grande… En aquellas decisiones que dependen de nuestra evaluación, decimos: me voy a casar. Entonces el cerebro lo que hace es evaluar toda la información asociada con el matrimonio, y en este proceso llegaremos a tres posibilidades. Una: me caso, otra: no me caso, y otra: no estoy seguro. Y en la vida diaria es lo que nos sucede continuamente: estoy seguro de esto, no estoy seguro de esto o estoy medio seguro de esto.
Una gran parte de la investigación en el campo de la neurociencia está expresamente enfocada a entender que es lo que hace que nuestro cerebro, de pronto, decida de una manera categórica: me caso, o que decida terminantemente no me caso. O que se quede rumiando: ¿me caso?, ¿no me caso?, como el que deshoja la margarita».
Los actos supuestamente muy racionales también se recrean en la experimentación del laboratorio y es fascinante; me cuentan que pueden ver, a través de la actividad de las células nerviosas, que antes de que el sujeto emita una categoría, una pregunta (¿me caso?, ¿no me caso?), estas células ya la están procesando. El cerebro aporta datos, se habla a sí mismo e informa a nuestra conciencia. «Exactamente», dice Romo, «y en el otro lado están nuestra memoria, las experiencias que hemos tenido con aquella chica en particular, y en un momento determinado, en un instante, estos circuitos cerebrales de los recuerdos de aquella chica y la información que aporta el cerebro empiezan a rumiar, se ponen a decidir, a deliberar. Es como en un juzgado: el fiscal aporta información negativa; el defensor, positiva, y el juez decide: ¿me caso o no me caso? Y eso es todo lo que ocurre dentro de nuestro cerebro para prácticamente todas las acciones que dependan de la razón».
EL MARKETING EMOCIONAL
Por suerte para nosotros, no todos los días tenemos que tomar decisiones tan importantes como casarnos o no, pero sí decidimos otros asuntos más mundanos. Elegimos entre diferentes marcas dependiendo del producto. ¿Qué hace que nos decantemos por una marca y no por otra? ¿Será la publicidad? Nos bombardean con miles de mensajes publicitarios, pero nueve de cada diez productos que salen al mercado fracasan. Ante este panorama ya hay quien se ha dado cuenta de que es más importante la calidad que la cantidad de los mensajes que llegan al consumidor.
Vivimos rodeados de publicidad. Hemos asumido de tal manera su presencia y su protagonismo en nuestra vida que quizá no nos damos cuenta de los profundos cambios que está experimentando. Parece que ya no se trata tanto de vender como de que nos compren, de que nos elijan entre el mare-mágnum de productos ofertados. Pere Rosales, director de Marketing y Comunicación de Profesionalia, es uno de nuestros gurús de la comunicación y el marketing. Su preparación sólo es equiparable a su dedicación, y por eso le pedimos información, respuestas a nuestra perplejidad. Estamos hablando del cerebro, de las emociones, de los deseos… ¿de las compras? ¿Es verdad que el marketing ha dado un giro de 360 grados en los últimos años? «Sí. Antes, por ejemplo, el paradigma del marketing era: Tengo un producto, ¿a quién se lo vendo? De ahí pasamos a: Tengo un cliente, ¿qué puedo venderle? Y hoy en día hemos llegado ya a un punto en que incluso es: El cliente me tiene a mí como marca. ¿Cómo hago para que me siga prefiriendo? Los países desarrollados consumen y compran repetidamente, y lo que ha hecho el marketing es adaptarse a esa realidad tan potente».

Cada marca busca diferenciarse de la competencia, las fuertes penetran más en el subconsciente que las débiles y generan mucha mayor excitación neuronal en las zonas cerebrales correspondientes a la toma de decisiones. Es decir, enganchan nuestras emociones, y a través de ellas, nuestra cartera. El problema es que actualmente hay una gran equivalencia de productos, y la solución a este problema es vincular al comprador de una manera mucho más profunda. «Pensemos en Starbucks», propone Rosales, «si yo puedo venir aquí, tomarme un café con leche o simplemente ponerme a leer y no pedir nada y no tengo un camarero que me esté incordiando o puedo mover este sofá, sacar el portátil y conectarme a Internet, me encuentro como en casa; en el fondo estoy teniendo una experiencia que va más allá de lo que sería entrar en un bar cualquiera. Esto no es un producto, es un servicio. Sus creadores parten de la base de que si conectan con el consumidor, lo que necesitan ahora es poder repetir esa experiencia, porque si sólo pueden hacer que se encuentre bien una vez no han conseguido nada. Hay que desarrollar procesos y sistematizarlos, y de ahí nace el concepto del marketing emocional».
Los sentimientos influyen en el funcionamiento de nuestro cerebro y son básicos a la hora de tomar decisiones. Por eso los diseñadores, además de preocuparse de que los objetos sean útiles y atractivos, tienen en cuenta otros aspectos. Los productos han de transformarse en una experiencia. Hay marcas que no tienen clientes, sino verdaderos partidarios. Otras, sin embargo, tienen sólo una constante oferta de productos. Las primeras nos ofrecen una filosofía de vida, una personalidad con las que se produce una conexión emocional y a partir de ahí es el usuario (no el cliente) el que está deseando que aparezcan nuevos productos. «Los productos bien diseñados están inspirados en un concepto que en japonés se denomina Kansei, que viene a ser algo así como “placer de uso”. Hay muchos productos en los que no sólo priman la estética y la funcionalidad, sino el hecho de que usarlos genera placer».
El marketing emocional es un concepto relativamente reciente, pero hace mucho tiempo ya que se desarrollan estrategias para incidir en una decisión de compra de los consumidores. Estrategias que tienen que ver con la conducta. Los productos se distribuyen en el supermercado de acuerdo a dos aspectos: el primero de todos es dónde va el consumidor a buscarlos, y el comercio lo que hace es intentar ubicarlos de la forma más cómoda para el consumidor. El segundo aspecto interesante del merchandising es que los productos de primera necesidad se encuentran siempre al final del local, porque las personas cuando entran tienden a ir siempre hacia el fondo, de esta forma se generan unos recorridos dentro del centro comercial de forma ordenada y práctica para la venta.
Internet ha generado nuevas fórmulas de marketing. Las ha generado o ha amplificado extraordinariamente algunas existentes, al dotarlas de un medio autónomo de reproducción. Autónomo e infinito. Se trata del llamado marketing viral. Un ejemplo es la campaña Amo a Laura, hecha para una cadena musical con el objeto de que el usuario de la campaña fuera el medio de amplificación. Esto con Internet es muy fácil. Por ejemplo, hay portales como el famoso YouTube, donde cuelgas tu vídeo y a partir de ahí empieza a generarse todo un virus, porque cada espectador lo envía a sus amigos y al final tú mismo lo acabas recibiendo por tres o cuatro canales distintos. Este, desde el punto de vista del marketing, es el mejor medio de comunicación que existe, no sólo por su gran capacidad de difusión sino por su credibilidad. Siempre nos creemos más lo que nos recomienda un amigo que lo que vemos por televisión».
LAS DUDAS DE DARWIN
Todo esto me hace recordar una anécdota muy conocida sobre Charles Darwin cuando estaba a punto de casarse. A su regreso de los viajes en el Beagle se preguntó: ¿me caso o no me caso? Entonces cogió un papel (que se conserva) y trazó las dos famosas columnas: a favor y en contra. En ellas escribió los pros y contras de su decisión. Recuerdo que, en la columna de los contras anotó: Tendré que hablar con los familiares de mi mujer, tendré menos tiempo para viajar… El caso es que después de meditarlo mucho decidió que sería mejor comprarse un perro que casarse. Pero tuvo tan mala o buena suerte que, a las pocas semanas se encontró con Emma (su prima hermana) y comenzó el gran amor de su vida. Fue feliz con ella y tuvieron muchos hijos… Luego escribió un libro intentando explicarlo.
darwin
A lo largo de nuestras vidas cada uno de nosotros se enfrenta a mil cuestiones, no sólo referidas al matrimonio, y batallamos por tomar la decisión adecuada. Por eso estamos tan interesados en que la investigación sobre el cerebro avance, por si un día nos explican el método para no equivocarnos. Parece que no es sencillo… «Hay muchísimos tipos de decisiones, es complicadísimo llevarlas a la experimentación, al ambiente minimalista del laboratorio. El experimentador tiene que controlar muchas variables para saber qué es lo que está ocurriendo y en qué parte del cerebro pueden estar ocurriendo las cosas», nos explicó Romo.
Pero esto mismo aplicado a una decisión como la que pretendía tomar Darwin se vuelve un imposible. ¿Qué es lo que hizo que Darwin decidiera tan rápidamente casarse con Emma? «Muchas de las decisiones no funcionan sólo aplicando la razón, esa tablita que hizo Darwin con ventajas e inconvenientes. Hay cierto tipo de decisiones en las que interviene algo más difuso, algo que llamamos sensaciones: unos sonidos subliminales y una especie de hinchazón que experimenta nuestro cuerpo y que nos hacen tomar decisiones que, en otras personas, nos parecerían equivocadas. Siempre están relacionadas con lo afectivo».
Además la práctica de la experimentación está poniendo de manifiesto la importancia no tanto del sabor o el gusto como de la familiaridad del objeto o servicio buscado. La importancia de la marca. Esta predisposición a favor de una marca conocida como garantía de calidad es perfectamente aplicable incluso a la marca de la propia tribu o familia.
EL CEREBRO NOS ENGAÑA
Ranulfo Romo ha trabajado en experimentos con monos Rhesus, una especie que ha hecho grandes contribuciones a la ciencia y de la que también hablaremos en el capítulo 7. Estos monos han ayudado a identificar los mecanismos que intervienen en el proceso de toma de decisiones a nivel neurofisiológico (es decir, a nivel del sistema nervioso). Los monos aprendieron a distinguir vibraciones de frecuencia variable que les aplicaban en los dedos. Durante medio segundo recibían un primer estímulo y, pasados de uno a tres segundos, una nueva vibración. Mientras los animales dilucidaban cuál de ellas era mayor, se analizaba la actividad de sus células cerebrales.
Entre otras cuestiones, estos experimentos han permitido determinar que un instante clave en la toma de una decisión es aquel en el que el cerebro compara la información que tiene guardada con el estímulo que acaba de recibir.
Esta sería la sucinta y probablemente pobre explicación del experimento, pero me sirve para formular mi primera pregunta: ¿la primera elección en respuesta a un estímulo es siempre emocional o es consciente? Romo opina que se trata de algo más complicado: «todas estas elecciones son subconscientes, están por debajo de nuestro umbral de conciencia. Nuestro cerebro realiza todas estas operaciones por detrás, mucho antes de que emerjan en nuestra consciencia».
Romo nos sugiere, y lo hace a partir de su concienzudo trabajo científico, que las decisiones se toman desde la subjetividad. Si no decidimos racionalmente, ni a partir de datos puramente sensoriales, ¿existe una conciencia, algo que decide desde lo subjetivo, desde lo más íntimo de cada cual? «Quiero pensar que sí, porque prácticamente toda nuestra vida es la expresión de la subjetividad. No somos autómatas, no somos individuos categóricos. Nuestra personalidad, nuestras vivencias y nuestras decisiones están enmarcadas en una serie de cosas inexplicables para cualquiera de nosotros. Por otra parte, quiero pensar que en nuestro cerebro tenemos áreas, que conocemos bastante bien, donde la razón puede estar representada. Son las evidencias a favor y las evidencias en contra. Hay otra parte de nuestro cerebro, la más primaria, llamada cerebro reptiliano, que se fue formando poco a poco y que está debajo de la corteza, el manto que recubre el cerebro. Esta zona está llena de células nerviosas que, parece ser, tienen que ver con factores subconscientes, pero que son capaces de darle valor a la parte racional de nuestra vida».
Hace sólo 15 o 20 años los neurofisiólogos no podían hablar de los circuitos neuronales. Estos eran territorio de los psicólogos, justamente de los que no entendían muy bien cómo funcionaba el cerebro. Hoy sabemos que los circuitos neuronales existen y son muy importantes para vivir. En ellos se desarrollan impulsos que tienen que ver con el afecto, con la valoración de la información de la que se desprende una recompensa. Sin ellos, sin la existencia de las neuronas que los componen, cualquier individuo permanece ajeno a los estímulos más fuertes (como de hecho sucede en determinadas enfermedades, como el autismo).
FUENTE:  Extracto del libro de Eduard Punset, Por Qué Somos Como Somos.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Científicos de California descifran cómo el cerebro guarda y recupera los recuerdos de larga duración

Un equipo de neurobiólogos de la Universidad de California ha identificado, por primera vez, la región del cerebro donde se guardan y se recuperan los recuerdos de larga duración, según informa la revista Science.
(ElMundo.com) Los hallazgos sugieren nuevos métodos para el tratamiento de los trastornos de la memoria, incluido el mal de Alzheimer y otras demencias, señala la revista.
"Los científicos saben desde hace mucho tiempo que el hipocampo procesa la memoria reciente, pero no sabían qué parte del cerebro almacena nuestros recuerdos más añejos", explicó Alcino Silva, profesor en la Escuela David Geffen de Medicina, de la Universidad de California.
"Sabíamos, sí, que el hipocampo no almacena los recuerdos de forma permanente", añadió Silva, investigador principal del estudio.
"La mayoría de las personas define la memoria como sus experiencias de vida colectivas", agregó, y dijo que "estos recuerdos definen quiénes somos, pero hasta ahora no sabíamos claramente en qué forma el cerebro los guarda y cómo los recupera".
Tres estrategias
Los científicos emplearon tres estrategias. En la primera recurrieron a la ingeniería genética y crearon ratones con una forma mutante de un gen llamado kinasa II, que elimina la capacidad de mantener memorias antiguas.
Los entrenaron para que reconocieran una jaula, y luego probaron su memoria de dicho encierro uno, tres, dieciocho y 36 días después del entrenamiento.
Los ratones reconocieron la jaula hasta tres días después del entrenamiento, pero su memoria había desaparecido después de 18 y 36 días, indicó Silva.
En el segundo experimento se usaron métodos con imágenes para rastrear visualmente cuáles son las regiones de la corteza cerebral de un ratón normal que se activan durante una prueba de memoria.
Ninguna parte de la corteza registró actividad cuando se expuso al animal a la jaula después de un día de entrenamiento, pero a los 36 días las imágenes mostraron actividad en una región llamada cingulado anterior.
Finalmente, los investigadores inyectaron a ratones normales un medicamento que desactivó temporalmente el cingulado anterior, y descubrieron que ello no perturbaba la memoria de la jaula en el animal tres días después del entrenamiento, pero sí la interrumpía de 18 a 36 días después.
Silva cree que cuando una persona recuerda una memoria, el anterior cingulado ensambla rápidamente las señales de la memoria desde diferentes sitios del cerebro.
"Si el cingulado anterior funciona mal, la memoria que se recupera puede ser demasiado fragmentada como para que tenga sentido para la persona —dijo—. Es como un rompecabezas al que le faltan piezas. Y esto podría ser lo que ocurre con la demencia", concluyó

Explican cómo selecciona nuestra memoria los recuerdos útiles

El mecanismo que lo hace es una función neuronal que controla la información que se almacena. Dicen que tener más memoria no está relacionado con la capacidad de recordar muchas cosas sino con la de seleccionar la relevante.
(Clarín) - La memoria visual a corto plazo es bastante limitada: a pesar de los numerosos objetos que rodean al hombre, su capacidad le permite recordar sólo unos pocos. Por eso, cuantos menos objetos irrelevantes se tengan en cuenta, mayor será la capacidad de recordar las cosas realmente importantes. A esa conclusión llegó un grupo de expertos de la Universidad de Oregon, Estados Unidos.
La investigación se publica en la prestigiosa revista Nature porque es la primera vez que se establece cuál es el mecanismo de selección de la memoria. Y al contrario de lo que se creía, tener más memoria no está relacionado con la capacidad de recordar la mayor cantidad de cosas posibles sino con la capacidad de seleccionar qué es lo importante y desechar los datos o la información que no vale la pena.
Los investigadores hablan de bouncer ("rebotador" o "rechazador") para explicar en forma simple cómo funciona este mecanismo neuronal que controla la información que se almacena o no. Luego de analizar el comportamiento neuronal, aseguraron que esto ayudará a tratamientos para mejorar la memoria, combatir el déficit de atención cognitiva y hasta la esquizofrenia.
Edward Vogel y sus colegas del departamento de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Oregon mostraron a un grupo de estudiantes unos puntos coloreados de una pantalla. Y compararon la habilidad de recordar lo que habían visto con y sin otros puntos coloreados colocados para distraer. Grabaron y analizaron la actividad cerebral de cada uno. De esta manera, se descubrió que los que habían grabado en su mente los objetos irrelevantes tenían menor capacidad para recordar los que sí debían.
Además, descubrieron que esta eficiencia al momento de seleccionar qué información se debe recordar y cuál no vale la pena varía de una persona a otra, y que la memoria visual es una buena herramienta para predecir la capacidad de filtrar de cada uno.
"Creíamos que los que tienen gran capacidad de memoria visual podían almacenar mayor información, pero ahora sabemos que lo más importante en realidad es este mecanismo neuronal relacionado con la capacidad de discernir y controlar qué cosas deben recordarse", explicó Vogel.
La percepción visual se refleja en la activación del hemisferio contralateral (un estímulo izquierdo activa el hemisferio derecho y viceversa). Lo que midió Vogel es la variación de esa activación en el hemisferio correspondiente de acuerdo al número de estímulos que el individuo percibía en un momento dado. Los que más variaciones registraban, eran los que mayor dispersión mostraron, lo que les dificultaba memorizar.
Los hallazgos tiran abajo la idea de que la capacidad de la memoria sólo depende de la cantidad de información que puede guardar la mente al mismo tiempo. Este giro en el concepto de memoria tiene varias implicancias: desde desarrollar mecanismos más efectivos para optimizar la memoria hasta mejorar los diagnósticos y tratamientos del trastorno de déficit de atención. En esto acuerda Angel Golimstock, jefe de la sección Trastornos de Memoria y Conducta del hospital Italiano.
Vogel llevó adelante sus experimentos junto a otros dos graduados de la universidad, Andrew McCollough y Maro Machizawa. Grabaron la actividad cerebral de estudiantes de 19 a 28 años mientras hacían tareas en sus computadoras. Primero les pidieron que recordaran dos rectángulos rojos y que ignoraran los azules. Sin excepción, los más capaces lograron ignorar los azules, pero los menos capaces no pudieron dejar de lado los rojos.
"Varía mucho de una persona a otra la habilidad de recordar o no las cosas irrelevantes. Esto tampoco significa que las personas con menor capacidad de memoria sean menos inteligentes: aparentemente tiene sus ventajas almacenar información irrelevante, y quienes lo hacen en general son las más imaginativas", dijo Vogel. Y recordó que estudios neurofisiológicos en monos indicaron que la corteza prefrontal cumple un rol crucial para determinar qué información debe ser mantenida en la memoria.
Según el investigador, las diferencias individuales en la capacidad de memoria no reflejan sólo la variabilidad del espacio del almacenaje sino la eficacia con la que cada persona asigna ese espacio disponible.
Aportado por Eduardo J. Carletti

El “cableado” del cerebro crea falsos recuerdos

Se habrían identificado las conexiones del cerebro que fomentan la formación de recuerdos falsos
Estos recuerdos parecen ser más probables en personas con alta calidad de enlaces entre neuronas en una zona del cerebro.
Las personas a menudo recuerdan los mismos hechos de manera diferente o dicen acordarse de cosas para las que deberían ser demasiado jóvenes para que hayan quedado en su memoria.
Para averiguar si la tendencia a crear falsos recuerdos se refleja en la estructura cerebral, Lluis Fuentemilla, de la Universidad de Barcelona en España, y colegas, inducieron recuerdos falsos en 48 alumnos en su laboratorio.
A los participantes se les pidió que leyeran cuatro listas de 14 palabras relacionadas semánticamente, y en cada lista hanía una palabra “señuelo” ausente. Por ejemplo, una lista en la que figuraba “asiento”, “sofá”, “mesa” y “taburete” tenía a la palabra “silla” como señuelo.
Los estudiantes escribieron tantas palabras como pudieron recordar y, posteriormente, sus cerebros fueron escaneados.
Se supone que los que “recordaron” más señuelos serían los más propenso a los falsos recuerdos, y éstos tenían mayor calidad de las conexiones neuronales, llamadas axones, en el fascículo longitudinal superior, que se sabe está asociado con la memoria basada en el sentido común o razón. ( Journal of Neuroscience , DOI: 10.1523/jneurosci.5270-08.2009 ).

El 'cerebro social', un hallazgo de la neurociencia

Pueden las relaciones sociales actuar como amortiguadores de las enfermedades? De acuerdo con el siquiatra estadounidense Daniel Goleman, las relaciones no sólo moldean nuestra experiencia, sino también nuestra biología, de modo que las relaciones nutritivas tiene un impacto benéfico sobre la salud, mientras que las tóxicas pueden actuar como un veneno lento en nuestro cuerpo.
David Goleman es referencia de muchos expertos en sicología laboral en el mundo desde que 1995 mencionó por primera vez el término de "inteligencia emocional", un concepto que ha revolucionado disciplinas como la sicología, la educación y los negocios al reivindicar un mayor papel de las emociones frente a las habilidades de inteligencia clásicas.
Ahora, con su nuevo texto La inteligencia social, resultado de sus investigaciones recientes, el investigador ha querido agregar que la manera como el ser humano se relaciona con sus semejantes tiene una importancia inimaginable; lo cual, a su decir, conduce a lo que podría significar, la relevancia de ser inteligente en lo que hace a nuestro mundo social.
La neurociencia
En este sentido, la neurociencia ha descubierto que el diseño mismo del cerebro humano lo hace sociable e inexorablemente atraído a un íntimo enlace cerebro a cerebro cada vez que nos relacionamos con otra persona.
"Ese puente nervioso permite hacer impacto en el cerebro, y por ende, en el cuerpo de cualquier persona con la que interactuamos, así como lo hacen esas personas en nosotros", precisa Daniel Goleman en entrevista con El Universal.
Según el experto, "podemos comenzar a encontrarle sentido a cómo nuestro mundo social influye en nuestro cerebro y en nuestra biología, pues se ha descubierto una conexión entre involucrarse en una relación dolorosa, y un aumento de las hormonas de estrés a niveles que dañan ciertos genes que controlan células que luchan contra los virus".
En rigor —agrega el investigador— ser constantemente herido e irritado, o por el contrario, ser emocionalmente nutrido por alguien con quien compartimos el tiempo a diario a lo largo de los años; puede, hasta cierto punto, remodelar los circuitos de nuestro cerebro.
En consecuencia, para Goleman "la respuesta social del cerebro exige que el hombre sea sabio, y que perciba que ya no sólo su estado de ánimo, sino su biología misma, son dirigidos y moldeados por quienes están e interactúan en su vida y, a su vez, exige que nos hagamos cargo de cómo nosotros afectamos las emociones y la biología de otras personas.
Estas transacciones tácitas son lo que equivale a las ganancias y pérdidas internas que experimentamos con una persona determinada, o en una conversación determinada, o en un día específico.
Al final de la jornada el balance neto de sentimientos que intercambiamos con las personas con quienes hemos interactuado, determinan, en gran medida, que tipo de día —bueno o malo— hemos tenido", asegura.
Las nuevas investigaciones
Para el también profesor de la Universidad de Harvard, el cerebro social es la suma de los mecanismos nerviosos que instrumentan nuestras interacciones, además de nuestros pensamientos sobre las personas y nuestras relaciones; de modo que cada vez que nos relacionamos con otro ser humano cara a cara, o voz a voz , o piel a piel nuestros cerebros sociales se entrelazan.
Para Goleman sus hallazgos son reveladores desde el nuevo campo de la neurociencia social, o la dinámica neurológica de las relaciones humanas, pues a su decir, hay una clase de neurona recientemente descubierta, la célula fusiforme, que actúa más rápidamente que ninguna, guiándonos en decisiones sociales inmediatas, y su presencia ha resultado más abundante en el cerebro humano que en otras especies.
A su vez, una variedad de células cerebrales, las neuronas espejo, perciben la acción que otra persona está a punto de realizar e instantáneamente nos preparan para imitar ese movimiento; y por último, se ha descubierto, que cuando los ojos de una mujer, que un hombre encuentra atractiva, lo miran directamente, el cerebro de él segrega una sustancia química que induce y libera el placer llamada dopamina, pero no lo hace cuando ella mira hacia otro lado. Cada uno de estos descubrimientos está constituyendo una muestra instantánea del funcionamiento del cerebro social; de modo que para el siquiatra de la Universidad de Harvard "podemos tener la medida de una relación en términos del impacto de una persona sobre nosotros y de nosotros sobre ella; lo cual sugiere una nueva dimensión de una existencia idealmente vivida con talento e inteligencia social.
¿Cómo atender a otra persona, cómo llevar el ritmo de una interacción, cómo conversar, cómo comprender sus sentimientos, y cómo manejar los propios sentimientos cuando uno está en relación con los demás?
Para Daniel Goleman estas preguntas proveen el fundamento esencial para una vida social competente. Según el experto, "con la inteligencia social, las relaciones en sí mismas adquieren un nuevo significado, por lo cual, se deberá pensar en ellas de modo radicalmente diferente, para que resulten benéficias ante aquellos con quienes nos relacionamos".
"Me refiero —continúa el famoso psiquiatra— a procurar una vida social competente, lo cual incluye percibir de manera instantánea el estado interior de otra persona, comprender sus sentimientos y pensamientos con empatía, sentir con los otros, leer las señales emocionales no verbales, así como escuchar con absoluta receptividad, armonizar con una persona, comprender los pensamientos, los sentimientos y las intenciones de nuestros semejantes", comenta el también editor de la sección de Neurociencias en el periódico estadounidense The New York Times.
Las relaciones tóxicas
Según sus estudios, la ciencia médica ha señalado un mecanismo biológico que vincula directamente una relación tóxica o negativa con enfermedades cardíacas, de modo que para el experto es importante prestar atención al impacto biológico de la vida social. Debemos reconsiderar, continúa Goleman, si realmente somos inmunes a los encuentros sociales tóxicos.
Así como podemos recibir un virus de otra persona, también podemos "pescarnos" un estado emocional que nos haga más vulnerables a dicho virus, o que de algún modo disminuya nuestro bienestar.
"De igual manera, podríamos intentar mantenernos apartados de aquellos que consideramos desagradables, pero mucha gente inevitable en nuestras vidas, entra también en una categoría mixta: a veces nos hacen sentir bien y otras muy mal", dice el experto
"Por lo tanto, las relaciones ambivalentes exigen en nosotros una postura emocional, en la cual cada relación es impredecible, tal vez potencialmente explosiva, y por eso requiere una vigilancia y un esfuerzo especial", precisa Goleman.
Lo tóxico en números
Las investigaciones de Goleman dan como resultado que aquellos con conflictos personales son 2,5 veces más propensos a resfriarse, poniendo las relaciones tormentosas en el mismo rango causal que una deficiencia de vitamina C y falta de sueño.
Asimismo, los conflictos con duración de un mes o más, aumentan la susceptibilidad, mientras que las discusiones interminables son malas para la salud y el aislarse es aún peor.
Para el siquiatra, cuanto más socialicemos, seremos menos susceptibles al resfrío; ya que las conexiones sociales positivas aumentan el buen humor y acotan el malo, aumentando la función inmunológica en situaciones de estrés. Comparados con quienes cuentan con una vasta red de conexiones sociales, aquellos con menos relaciones cercanas resultaron 4,2 veces más propensos a enfermarse, asegura.
Del mismo modo se ha demostrado que los efectos del estrés continuo afectan hasta el nivel de la expresión genética de las células inmunológicas esenciales para enfrentarse a las infecciones y cicatrizar las heridas, acelerando incluso, el ritmo del envejecimiento de las células y agregando años a la edad biológica de los individuos. Por último, para Daniel Goleman, "la reciente aparición de la neurociencia social significa que ha llegado el momento para un renacimiento de la inteligencia social junto con su hermana, la inteligencia emocional".
A su entender, la fuerza más poderosa de la arquitectura del cerebro es seguramente la necesidad de navegar y transitar por el mundo social, agregando así, las capacidades a menudo ignoradas que no obstante importan inmensamente en nuestras relaciones, entre otras, "la preocupación por nuestros semejantes, la conciencia social, la precisión empática, la escucha efectiva, la sincronía y la expresión positiva ", concluye.
Fuente: Vanguardia, El Universal. Aportado por Eduardo J. Carletti

domingo, 8 de agosto de 2010

Buenas charlas = Neuronas sincronizadas

Fuente: http://www.neoteo.com/buenas-charlas-neuronas-sincronizadas.neo
La comunicación verbal es una actividad conjunta entre un locutor y un oyente en forma alternada y sincronizada, es decir, uno habla, el otro escucha y lo hacen de a uno a la vez. Sin embargo, la producción, la emisión del lenguaje hablado y sobre todo la “comprensión” de este mensaje transmitido han sido analizadas como procesos independientes dentro de los límites del cerebro individual. Los ensayos realizados por científicos de la Universidad de Princeton demostraron una conexión neuronal (acople) muy satisfactoria entre los participantes de una charla cuando la conversación transitaba por escenarios, personas y situaciones agradables para ambas personas. Durante el estudio, las pausas en el diálogo y los silencios prolongados debilitaban de manera notable este enlace.

Un equipo de científicos de la Universidad de Princeton, encabezado por Greg Stephens, ha realizado análisis y estudios con personas que sólo tenían el sencillo trabajo de entablar un diálogo amigable y tan familiar como fuese posible. Para estos estudios, el equipo de investigadores utilizó métodos de resonancia magnética funcional (fMRI), instruyendo a los participantes del diálogo a completar una serie de cuestionarios detallando el nivel alcanzado de comprensión y agrado acerca de la historia que se improvisaba durante el diálogo. Las imágenes obtenidas de las exploraciones en áreas similares del cerebro de los participantes demostraron una sincronía en los niveles de actividad neuronal, con un pequeño retraso (en el caso del oyente) que se incrementaba durante los períodos en que la charla perdía fluidez, armonía y agrado. Es decir, el “acople” tendía a perderse durante los intervalos de silencio o ausencia de comunicación, como si ambas personas tuvieran la sensación de estar hablando idiomas diferentes.






Las imágenes obtenidas mediante el método fMRI han facilitado la comprensión de muchos fenómenos que ocurren en el cerebro

Sin embargo, en otros pasajes, cuando el diálogo se tornaba más atractivo y dinámico, los resultados obtenidos (en el oyente) evidenciaban un “adelantamiento” en los niveles de actividad neuronal. Este hecho puso en evidencia un fenómeno interpretado como una “predicción” de comprender, entender y saber hacia dónde se dirigía la conversación o el asunto de la misma. La actividad cerebral, como muchos saben, es monitoreada con instrumentación muy sensible a los mínimos cambios que puedan ser percibidos. Para estos experimentos, los interlocutores fueron entrenados previamente para que puedan lograr una comunicación exitosa acompañada de la menor cantidad de movimientos bruscos como les fuera posible. Además, micrófonos basados en nuevas tecnologías de fabricación permitieron una elevada cifra de cancelación de ruidos favoreciendo el éxito de estos estudios.





La tecnología fMRI permite "ver" las areas del cerebro que se sincronizan durante una charla

Los experimentos abarcaron un espectro muy amplio de variables entre las que se incluyeron, además del diálogo entre dos personas, la participación de varios oyentes en una única conversación, la escucha de una historia contada en una grabación, hasta la inclusión de interlocutores de diferente sexo, tratando de encontrar un patrón común de respuesta a los estímulos inducidos. Estos hallazgos le agregan mérito y valor a los estudios realizados con anterioridad en animales de laboratorio que evidenciaban una actividad “espejo” de las neuronas, o células cerebrales, que se disparaba cuando las criaturas se miraban unas a otras, sugiriendo que estos mecanismos podrían ser el punto de partida para comprender la natural empatía que el cerebro humano puede alcanzar. El estudio agrega en uno de sus párrafos que "un entendimiento más cabal de estos procesos neuronales que facilitan la “conexión” de los interlocutores entre sí puede arrojar luz sobre los mecanismos por los cuales nuestros cerebros interactúan y se unen para formar sociedades".



Enlaces Fuente: Universidad de Princeton / Academia Nacional de Ciencias Ads By Google

La sal yodada aumenta la inteligencia

Fuente: http://www.neoteo.com/la-sal-yodada-aumenta-la-inteligencia-14242.neo


Está comprobado: es posible hacerse más inteligente incorporando yodo a la sal que consumes con tus alimentos diarios. Así lo demuestra “The Micronutrient Initiative” (algo así como "La Iniciativa de Micronutrientes"), un plan para impulsar el consumo de este aditivo. La iniciativa ya ha demostrado su efectividad en Pakistán, donde el coeficiente intelectual promedio ha aumentado entre 12 y 13 puntos. The Micronutrient Initiative nació en Canadá e intenta promover el consumo de sal yodada en países donde la carencia de yodo crea una serie de problemas graves, como trastornos en el desarrollo intelectual del individuo o, en el peor de los casos, bocio. Pero, ¿es realmente una buena idea jugar con nuestros cerebros incorporando aditivos a nuestra dieta, incluso si es por una buena causa? La mayoría de los países en el mundo ya han respondido a esa pregunta con un rotundo "sí".




Sin embargo, algunos expertos aseguran que, por si sola, la sal yodada no es capaz de "mejorar" las capacidades del cerebro, sino que simplemente las normaliza. Es decir, si eres una persona perfectamente “normal”, no obtendrás ningún beneficio atiborrándote de yodo. Aunque si tienes alguna deficiencia, posiblemente puedas obtener un “bonus” gracias a su consumo. Pero el investigador Anders Sandberg, de la Universidad de Oxford, señala que en la práctica hay muy poca diferencia entre mejora y normalización. “Es probable que en nuestra historia, la deficiencia de yodo nos haya acompañado siempre. Pero las poblaciones de las zonas que la han sufrido, y que incluso han manifestando problemas como bocio o retraso mental, han logrado salir adelante. El problema no ha impedido a gran parte de la población alcanzar su pleno potencial, generación tras generación”, asegura.





¿Y si solo le falta yodo?La primera cuestión a abordar es qué se considera como “normal”. Más de dos mil millones de personas no consumen la cantidad de yodo que en The Micronutrient Initiative consideran adecuada. Eso representa poco menos del 40% de la población mundial. Si estas personas encuentran su capacidad intelectual disminuida por esta carencia, y estando los números tan parejos, es difícil decir qué es lo normal.



Pero todos sabemos que ser más inteligente tiene sus beneficios. Por ejemplo, Sandberg exhibe datos que muestran como cada “punto extra” del coeficiente intelectual de una persona le proporciona, como mínimo, un aumento del 1% en sus ingresos. De hecho, si se comparan los CI con el PBI de diferentes paises, esta relación es incluso más fuerte. Si lográsemos aumentar en unos 10 puntos la inteligencia de esos dos mil millones de personas, estas obtendrían una renta un 10% mejor de la que perciben actualmente. Y el escenario podría ser aún mejor, ya que no se han tenido en cuenta los efectos que las enfermedades relativas a la carencia de yodo (como el bocio) tienen en la población.



La administración de suplementos de yodo puede ayudar a las personas aumentando su nivel de vida, mejorando su salud y capacidad mental. Además, es barato y seguro de utilizar. Teniendo todo esto en cuenta, resulta muy difícil argumentar en contra de su uso, incluso si es un aditivo artificial (y a la mala prensa que se les ha dado en el transcurso de los años). Algunos sostienen que no es ético “obligar” a todo el mundo a medicarse mediante el consumo de alimentos básicos. Por eso, en paises como Australia la sal yodada puede encontrarse en las tiendas, al lado de la sal común. Así, cada uno es libre de elegir qué consume.





A poco yodo, menos euros. Extraña conexión.Pero en aquellos lugares donde la falta de información, o de dinero, hacen que esta sea la menor de las preocupaciones de la población, lo “no ético” es no sumistrar la solución mediante medidas oficiales, como la que lleva a cabo The Micronutrient Initiative. ¿O será que los que se preocupan por lo ético del asunto son los que más tienen que perder ante una población más inteligente? Imposible saberlo, lo que sí se sabe es que en países que no se pueden considerar pobres, como España y Alemania, la deficiencia de yodo es alarmante.



Por lo pronto, parece que tenemos una oportunidad única de disminuir, al menos en parte, la brecha que separa la mitad más rica del mundo de la mitad más pobre. Esa mejora del 10% en los ingresos podría significar, para mucha gente, la diferencia entre la vida o la muerte. ¿Y quién puede considerar tal cosa como poco ético?

La sal es un antidepresivo natural

Fuente:    http://www.muyinteresante.es/la-sal-es-un-antidepresivo-natural

Consumir sal nos pone de muy buen humor. Es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores de la Universidad de Iowa (EE UU). En una serie de experimentos con ratas de laboratorio, Kim Johnson y sus colegas comprobaron que cuando a estos animales les falta cloruro sódico (sal de mesa común) rehuyen de actividades que antes les divertían. “Las cosas que antes les producían placer no les aportan el mismo grado de satisfacción, lo que nos lleva a pensar que el déficit de sal asociado a ello puede inducir depresión”, afirman en la revista Physiology & Behavior. No en vano, como recuerda Johnson, uno de los principales criterios para el diagnóstico de depresión es la pérdida del gusto por actividades que antes nos resultaban placenteras.




Que la sal mejore el estado de ánimo podría explicar por qué tendemos a consumir más de la cuenta, incluso cuando sabemos que eleva nuestra presión arterial y favorece el desarrollo de patologías cardíacas. Según los últimos datos, el consumo medio de sal en el mundo actualmente es de 10 gramos al día. Sin embargo los expertos recomiendan no sobrepasar los 4 gramos diarios.



Este consumo excesivo es un lujo que nuestros antepasados no podían permitirse. Hace 4.000 años empezó a usarse para conservar los alimentos. Por entonces la sal entonces era escasa, y a los romanos se les pagaba con este polvo blanco (de ahí viene la palabra de origen latino “salario”). Con el invento de la refrigeración, el consumo de sal no se redujo, porque su precio ya era asequible y a todos les encantaba el sabor.



Según Johnson, nuestra aficción por la sal podría tener una explicación evolutiva. La mayoría de nuestros mecanismos biológicos necesitan sodio para funcionar correctamente. Por eso los riñones son “tan ávaros con la sal”. También por el mismo motivo tenemos un sentido del gusto preparado para detectar la sal, y su consumo activa los circuitos cerebrales del placer. De hecho, los últimos descubrimientos indican que la necesidad y las ansias de consumir sal podrían estar vinculadas a las mismas zonas del cerebro que generan los problemas de adicción a las drogas.

Elena Sanz

11/03/2009

Etiquetas:sal, evolución, depresión

sábado, 7 de agosto de 2010

El lenguaje condiciona parcialmente la percepción visual

Las representaciones visuales están influenciadas por el lenguaje, confirma un estudio realizado por la University of California, en Berkeley, y por la University of Chicago, cuyos respultados publica la revista Proceedings of National Academy of Sciences. La Universidad de Chicago ha difundido asimismo un comunicado sobre esta investigación.

El estudio ha descubierto que el lenguaje afecta a la percepción humana sólo en la mitad derecha del campo de percepción, es decir, a lo que vemos a nuestra derecha, mientras que el campo de percepción situado a nuestra izquierda no se ve afectado por el idioma que hablamos.


La función del lenguaje es procesada predominantemente en el hemisferio izquierdo del cerebro, que recibe información visual directamente del campo visual derecho. Por lo tanto, tiene sentido que el lenguaje procesado en el hemisferio izquierdo influya más en nuestra percepción del campo visual derecho que en la del campo visual izquierdo.


Este extraño fenómeno ha sido comprobado en pruebas experimentales realizadas en el laboratorio Richard Ivry's de la University of California en Berkeley. Un grupo de estudiantes fue sometido a una serie de pruebas, al igual que un grupo de pacientes que habían sido sometidos a operaciones quirúrgicas por las que los dos hemisferios de sus cerebros habían sido separados.


Cuadros de colores

A los participantes en el experimento se les mostró un anillo formado por 12 cuadrados de colores. Todos los cuadrados eran exactamente del mismo color, a excepción de uno, que era de otro color, y que aparecía a la derecha o a la izquierda de la mitad del círculo. Los participantes debían indicar en qué lado del anillo había aparecido el “intruso” de otro color, señalándolo en las teclas de un teclado.

El color de este “intruso” tenía el mismo (verde, por ejemplo, pero en un tono distinto al de los demás) o diferente (azul, mientras los otros eran verdes) nombre que el color del resto de los cuadros. Los investigadores descubrieron que los participantes respondían más rápidamente cuando el color de dichos intrusos tenían un nombre distinto al de los demás cuadros (como si la diferencia lingüística otorgara más peso a la diferencia perceptual), pero esto sólo ocurría cuando el intruso estaba en el lado derecho del campo visual. Sin embargo, si se encontraba en el lado izquierdo no había diferencia.


Estudios previos realizados por el director de la presente investigación, Paul Kay, del International Computer Science Institute de la universidad de California en Berkeley, y sus colegas, habían comprobado que algunas distinciones de la lengua inglesa no aparecen en otros idiomas o viceversa.


Por ejemplo, el inglés emplea dos palabras para distinguir los colores azul y verde, mientras que el Tarahumara, una lengua indígena de Méjico, sólo utiliza una palabra para ambos colores. Este hecho, que puede parecer un mero consenso lingüístico, afecta realmente a la percepción del verde y del azul: los angloparlantes realmente ven dos colores: verde y azul, mientras que los hablantes del Tarahumara son incapaces de distinguir la diferencia entre ambos.


Evidencia confirmada


Un ejemplo similar es el de los esquimales (yuít, yupí e inuit), que en sus lenguas son capaces de utilizar hasta veintidós vocablos diferentes para designar el color blanco, en función del contexto: no es igual el blanco de la piel del oso que el blanco de una tormenta de nieve. Para ambos conceptos se utilizan palabras distintas. Cualquier europeo que viajara al Ártico sólo sería capaz de percibir un color, o como mucho los matices de todos los blancos que tuviera delante.


El nuevo estudio sobre la influencia del lenguaje en la percepción visual repitió la parte del test realizado a los angloparlantes en anteriores investigaciones, y confirmó que la percepción de los colores depende de su situación a la izquierda o a la derecha del campo visual, y que la diferencia lingüística profundiza en la diferencia de la percepción.


Otros estudios anteriores habían intentado determinar la posible influencia del lenguaje en la percepción, pero sólo para afirmarla o negarla. En este caso, los investigadores han ido más lejos y descubierto que se dan ambas cosas: el lenguaje parece afectar a la percepción del campo visual derecho, pero no al izquierdo. Por eso, deducen que nuestra percepción visual del mundo que nos rodea puede estar, al mismo tiempo, filtrada y no filtrada por las categorías lingüísticas.


La cuestión de si el lenguaje afecta o no a la percepción ha sido debatida durante mucho tiempo, pero no desde el punto de vista de la organización funcional del cerebro. La naturaleza de esta organización neuronal predice que, si el lenguaje afectara a la percepción, debería hacerlo más en el campo visual derecho que en el izquierdo, por las razones que se han descrito.

 
 

Imaginación inteligente

n términos fundamentalmente prácticos, la capacidad mental que más revoluciona la vida de las personas - e influye en la cultura en la que vivimos - es la imaginación. No tiene tanta prensa como la razón, la inteligencia, el conocimiento, la memoria, la lectura veloz, la "visualización" o la inteligencia emocional, pero es obvio que todas estas capacidades dependen enormemente de la imaginación. Sin ella, la mediocridad impera.

La imaginación es más importante que el mero razonar, el conocimiento y el recordar. Sin imaginación, casi nada de utilidad se aprende.

Por supuesto, existe la imaginación inútil y la que es verdaderamente productiva.

La imaginación es el ingrediente fundamental detrás de cada manifestación inteligente del conocimiento, el arte, el humor y la justicia. Lo que constituye el modelo humano de la excelencia es la imaginación. Sin imaginación no nos acercamos al ideal humano; antes bien, nos alejamos.

La imaginación útil resulta de la interacción de la representación y el pensamiento controlado.

Con la imaginación ocurre como con la lectura: casi todos podemos leer; pero leer con habilidad es otro cantar, se necesita desarrollar tal habilidad. Si bien todos tenemos imaginación, no todos toman control del proceso imaginativo; y esto puede ser por no saber que es posible, o por creer - como ocurre con frecuencia - que la imaginación es un don especial de una minoría. Nada más difundido y nada más equivocado. Todos poseemos esta capacidad, sólo necesitamos aprender a desarrollarla y a controlarla, para que sirva a nuestros objetivos.

Hay algo muy definitivo: está totalmente comprobado que el cerebro no hace distinciones entre algo que percibimos a través de los sentidos y algo que imaginamos. Esto es clave: reaccionamos ante lo que imaginamos tanto como ante lo que percibimos mediante los sentidos.

Mucho de nuestra civilización depende del control social, sea directo o indirecto. Nuestro mundo funciona así. Y si quieren controlarte tienen que poner a tu imaginación bajo control, pero no el tuyo. Así funciona la publicidad, así funciona el hipnotismo, así funcionan los procedimientos de manipulación más sutiles; ponen a tu imaginación a trabajar en apoyo de intereses que casi siempre te son ajenos. La sutileza está en que ni te enteras a menos que quieras enterarte; y para ello, obviamente, necesitas poner a tu imaginación bajo tu propio control.

En lo personal, si te interesa el aprendizaje continuo, el crecimiento personal, aumentar tus posibilidades, etc., entonces sabes fehacientemente que necesitas revertir la corriente, vencer la inercia y aprender a tomar control intencional de tu imaginación.
• Si quieres relajarte, tienes que tener la capacidad de imaginar bajo control.

• Si quieres visualizar claramente tus objetivos, tienes que imaginar bajo control.

• Si quieres desarrollar tu creatividad, tienes que desarrollar tu capacidad de imaginar bajo control.

• Si quieres aumentar prodigiosamente tu capacidad de memorizar, tienes que desarrollar tu capacidad de imaginar bajo control.

• Si quieres descubrir la verdad (o la respuesta correcta), tienes que imaginar bajo control.

• Si quieres competir, tienes que imaginar bajo control.
En definitiva, el problema está en tener control de la imaginación y saber qué hacer con ella.

Para la primera parte del problema no basta con leer y entender teorías, es evidente que no alcanza la formación tradicional a resolver esto; pareciera que la imaginación sólo es cosa de infantes. Y lo más alarmante es que ningún aspecto de la cultura parece necesitar responder a esta necesidad.

La ilusión se devela con imaginación, uno sólo puede observar apariencias.

Todo es más fácil si se tiene real intención de aplicar imaginación; si se tiene real intención de tener más libertad. Soltar la imaginación es el paso fundamental para aprender a controlarla.

Patricio J. Vargas Gil