jueves, 12 de agosto de 2010

Lo que nos hace pensar


Lo que nos hace pensar
por Daniela Rodríguez
¿Lo que nos hace pensar son los mecanismos neuronales o son los paradigmas que la ciudad nos transfiere? Es decir el ser precedido por la palabra del otro. Este es el tema central del debate que mantienen Jean-Pierre Changeux y Paul Ricoeur, neurobiólogo uno y filósofo el otro en La naturaleza y la norma, libro que fue motivo de lectura en el módulo de investigación “Representar e intervenir: puntualizaciones sobre ciencias cognitivas” y una de las bibliografías consultada para este trabajo; en el cual voy a intentar plantear dos temas: por un lado, la polémica psicoanálisis versus neurociencias, porqué surge y si es posible llegar a un entendimiento y por el otro, ubicar en qué punto se encuentran las investigaciones de las neurociencias hoy y hasta donde llegan sus hipótesis a futuro.
I La polémica:
La polémica psicoanálisis / neurociencias, surge a partir de que los avances tecnológicos de la imaginería cerebral permitieron la observación del funcionamiento del mismo y con ello reconocer una distribución de las actividades el éctricas y químicas de territorios cerebrales, que varía de manera característica con los distintos estados emocionales del sujeto. Con lo cual se consideró posible interpretar los estados mentales de una persona y establecer un nexo entre lo psíquico vivido y lo fisiológico registrado.
No hay duda que los avances de la neurobiología son indiscutibles, y no habría polémica posible si neurociencias y psicoanálisis prosiguieran su camino, cada uno por su lado.
El debate aparece ante el intento de los neurocientíficos de sustituir la teoría freudiana por la neurobiología, no faltan quienes quieren asimilar las observaciones de Freud a los nuevos descubrimientos, Damasio por ejemplo, afirma que las principales ideas de Freud sobre la naturaleza del afecto, son consonantes con las perspectivas más avanzadas de la neurociencia contemporánea . Schore por su lado opina que el terreno común para la neurociencia y el psicoanálisis radica en un análisis detallado de las relaciones estructura-función del hemisferio derecho, donde se organizaría el sistema estructural que describe la teoría freudiana del afecto, asociado con el proceso primario inconsciente y regulado por el principio del placer.
O están aquellos que consideran que el psicoanálisis y la neurociencia pueden beneficiarse con una mutua aproximación, el primero aportaría la sofisticación en la comprensión y elaboración de constructos sobre los mecanismos de funcionamiento de la psique y la segunda un método de evaluación externo, científico, con el cual validar dichos constructos.
Por ejemplo, Jack Pankseep argumenta a favor de la conciliación en un nuevo campo que él denomina la “neurociencia afectiva”.
Apuntando a este modelo integrador de ambas disciplinas, se comienza a publicar la revista Neuro-Psychoanalysis cuyo objetivo, dice ser: “crear un diálogo abierto con la intención de reconciliar las perspectivas de la mente del psicoanálisis y la neurociencia…”
Pero se trata de un diálogo en dos voces contradictorias, como se lee claramente en el libro anteriormente citado, donde biólogo y filósofo intentan en vano, desarrollar un tercer discurso que unifique ambos lenguajes, que una lo descriptivo neuronal con lo percibido vivido.
Hay una diferencia de enfoques con respecto al fenómeno humano. Los discursos parten de dos perspectivas distintas, como insiste Ricoeur, irreductibles una a la otra y no derivables una de otra. En uno se habla de neuronas, de conexiones neuronales, en el otro de conocimiento, de actos o de estados caracterizados por intenciones, motivaciones y valores.
Uno a nivel ontológico y el otro semántico, sin poder extrapolar de lo semántico a lo ontológico. Por ejemplo lo mental implica lo corporal, pero en un sentido de la palabra cuerpo irreductible al cuerpo objeto tal como lo conoce la ciencia. El cuerpo como parte del mundo y el cuerpo desde donde se aprehende el mundo para orientarse en él, para vivir en él.
En las cuestiones del cerebro, se intenta combinar propiedades físicas con construcciones semánticas y así querer responder a la pregunta: ¿Cuál es la base anatómica y molecular del pensamiento?
 
II ¿En qué se encuentran las investigaciones de las neurociencias hoy y cuales son sus hipótesis a futuro?
Parten de los hechos de que en grandes lineamientos, anatómica y funcionalmente, el cerebro humano es muy semejante de un individuo al otro. Hay una envoltura genética que revelaría en cierto modo la naturaleza universal del cerebro humano. Con lo cual, cabe pensar que cuando se ha visto uno, se los ha visto a todos.
Las variaciones individuales, las entienden a partir del enorme número de combinaciones posibles entre los cientos de millones de neuronas conectadas entre sí para procesar información.
Su objetivo, es establecer una correspondencia pertinente entre la estructura neuronal y la función. Con la imaginería cerebral, se ha avanzado notablemente en el establecimiento de esa correspondencia.
Por ejemplo se ha demostrado que la corteza prefrontal, se encuentra directamente afectada a lo social. Conocido es el caso de Phineas Gage, muy bien descrito por Damasio, en el cual una lesión en el lóbulo frontal, lo transformó en un sujeto irreverente, que profería juramentos groseros y no manifestaba respeto por sus amigos.
Pero tales estudios, dan cuenta de alguna información cuando hay graves anomalías, pero no llevan a la comprensión de la función normal.
En realidad, no se han producido grandes avances en el establecimiento de las relaciones entre mente y cerebro.
Pero el objetivo de los biólogos, va mucho más allá, consideran que la marcha de la ciencia no tiene límites, no existe nada incognoscible, sino simplemente algo desconocido.
Changeux, un estudioso del cerebro humano, dice enfrentarse con el problema de cómo relacionar las moléculas con funciones como la percepción de lo bello o el poder creador científico. Moléculas específicas inducirían al enojo, al placer, al orgasmo o a la pena al actuar sobre determinadas regiones del cerebro. Habría una etiqueta química específica para cada tipo de comportamiento y sensación.
La ciencia procede mediante la elaboración de “modelos” y la construcción del “modelo neuronal” se encuentra mucho más avanzado que la verificación experimental. Se afirma programáticamente, que con la conectividad neuronal será posible algún día descubrir la localización de los comportamientos estructurados por el lenguaje, los símbolos y las normas.
Aspiran extender el campo de la competencia de las neurociencias hacia los aspectos creativos y éticos. La inspiración del poeta, así como la del científico o del filósofo debería buscarse en el funcionamiento cerebral. Sus hipótesis avanzan y apuntan a introducir lo normativo, buscar en el cerebro el origen de las normas morales.
La pregunta que se plantea la ciencia del cerebro hoy, es cómo puede un hombre neuronal, ser a la vez un sujeto moral.
Habría una herencia biológica de las normas morales y de fundamentos “naturales” de la ética, se heredaría la imputabilidad. Las memorias a largo plazo, las transmitirían de una generación a otra por mecanismos neurobiológicos, pero el cerebro a su vez, tendría la capacidad de innovación ética y de selección.
La ética concebida como una combinatoria de “módulos de pensamiento” que caracterizan un modo de funcionamiento cerebral.
El proyecto sería, el mejoramiento de la especie humana y ese esfuerzo dependería del cerebro, sin necesidad de recurrir a otra instancia
Se trataría de elaborar una ética natural y universal, en una palabra de que los hombres usen mejor su cerebro para vivir mejor.
Changeux, dice textualmente: “El conocimiento que estamos elaborando sobre el hombre y sobre su cerebro, debería permitirnos orientarnos mejor sobre lo que deseamos hacer del hombre, sobre el modelo que debemos tener en la cabeza de lo que debe ser el hombre en la sociedad y en el mundo venidero…”
Bien, volviendo a la pregunta inicial: Lo que nos hace pensar… vimos que es posible estudiar las localizaciones de la actividad normal del cerebro, sirviéndose de la química y la fisiología general del mismo. Las regiones de éste en las que tiene lugar en un momento dado, un elevado índice de actividad eléctrica, mostrarán un elevado índice de actividad molecular, creando cargas eléctricas diferentes dentro de las células nerviosas y entre ellas un mayor flujo sanguíneo. Estos puntos pueden ser detectados con cámaras electromagnéticas que crean imágenes del cerebro. Todo lo dicho, nos permite conocer qué regiones del cerebro se encienden cuando se realizan determinadas funciones mentales.
Pero, concretamente, esto nos explica algo sobre ¿porqué actuamos o pensamos así, aunque sepamos qué región del cerebro se activa? ¿Nos permite encontrar el sentido a nuestro sufrimiento o ese cierto sinsentido más profundo? No.
El cerebro no piensa, pero cuando se piensa, ocurre alguna cosa en él. El cerebro sería, como dice Ricoeur, el “sustrato” del pensamiento y el pensamiento, es la indicación de una estructura neuronal subyacente; pero el cerebro no “piensa” en el sentido de un pensamiento que se piensa.
Con lo “biológico”, los científicos designan una ciencia con límites abiertos, a tal punto que toda experiencia puede inscribirse en ese campo; pero como metaforiza Ricoeur, “…es sólo un nivel, la base de un edificio. Es necesario, dice, un subsuelo para poder construir encima, pero la comprensión del subsuelo, no da la comprensión del edificio.”

Bibliografía
Jean-Pierre Changeux / Paul Ricoeur, La naturaleza y la norma. Lo que nos hace pensar , Ed. FCE, México, 2001
Richard Lewontin, El sueño del genoma humano y otras ilusiones, Ed Paidos, España, 2001
Marcel Gauchet, El inconciente cerebral, Ed Nueva Visión, Argentina,1994
Antonio R. Damasio, El error de Descartes, La razón de las emociones, Ed.A.Bello, Chile, 1966

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