El dinero es un estado mental
Podemos ir detrás de él como si fuera algo real y tangible, pero es fantasía, un sueño. Cuando lo conseguimos, nos damos cuenta (o deberíamos darnos cuenta) de que hemos cambiado significativamente en el proceso de obtenerlo. Nos volvemos parte de ese objetivo, o mejor dicho, objeto dado que el objeto en cuestión es un espejismo, terminamos viéndonos muy diferentes a aquello que deseábamos ser.
La respuesta correcta
De las cinco figuras que aparecen abajo, seleccione aquella que sea realmente distinta a todas las demás:
A B C D E
¿Cuál de estas cinco figuras es realmente distinta de todas las demás?.
Si usted eligió la figura B, felicitaciones: su elección es la correcta. La figura B es la única que tiene sólo líneas rectas. Puede darse unas buenas palmadas en la espalda. Ahora bien: si usted eligió la figura C, pensando en que es la única que es asimétrica, también tiene razón. C es la respuesta correcta. Lo mismo puede decirse de la figura A. Es la única que carece de discontinuidad. Por lo tanto, a es la respuesta correcta. ¿Y qué ocurre con D?. Es la única que tiene tanto una línea recta como una línea curva. De modo que D es la respuesta correcta... al igual que las anteriores. Respecto de E, es la única que es la proyección de un triángulo no euclidiano en un espacio euclidiano. Por lo tanto, también es la respuesta correcta. En otras palabras, todas son correctas según distintos puntos de vista.
No obstante, la mayor parte de nuestro sistema educacional está orientado a enseñarnos que hay una sola respuesta correcta.
Para la época en que una persona termina la Universidad, habrá pasado por miles de tests y exámenes, muchos de ellos similares al que hemos presentado aquí. El clisé "respuesta correcta" ha echado firmes raíces en nuestro pensamiento. Ello puede ser muy útil para algunos problemas matemáticos en los que de hecho sólo hay una respuesta.
Lo problemático es que la mayor parte de la vida no se presenta de ese modo. La vida es ambigua; y tiene muchas respuestas correctas, todas ellas dependientes de lo que estamos buscando responder. Pero cuando pensamos que hay una sola respuesta entonces dejamos de buscar apenas encontramos una (la primera de las respuestas).
En el período de diez años que abarca la enseñanza elemental, no sólo aprendemos a encontrar la respuesta correcta sino que también perdemos la capacidad de buscar más de una respuesta. Aprendemos cómo ser específicos, pero perdemos la mayoría de nuestro poder de imaginación. Lo cual me recuerda una historia sufí:
Dos hombres tuvieron una discusión. Para llegar a un acuerdo, acudieron a un juez sufí para que sea su árbitro. El demandante presentó su punto de vista en forma elocuente y persuasiva. El juez asintió aprobatoriamente y dijo: "Le doy toda la razón". Al escuchar esto, el otro exclamó: "Espere un segundo, señor Juez, pues usted no ha escuchado aún mi opinión". Y se dedicó a exponerle con mucho cuidado y una profunda convicción. Al terminar, el juez dijo: "Le doy toda la razón".
La práctica de buscar la única respuesta correcta puede tener serias consecuencias sobre el modo en que pensemos y enfrentamos a los problemas, y cuando nos topamos con ellos generalmente reaccionamos tomando la primera, lo cual nos inhibe de ver las opciones alternativas que podrían presentarse.
Por eso, ante la segunda respuesta del juez, su secretario se acercó y le dijo: "Disculpe, Su Señoría, pero no es posible que ambos hombres tengan la razón". A lo que el juez respondió: "Le doy toda la razón".
Es entonces una regla fundamental no detenerse al encontrar la primera solución, pues seguramente no será la única y reducirá el campo de nuestras manifestaciones en el mundo material.
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